Decir que la literatura y la música están estrechamente conectadas no es ninguna novedad, y ahí están los casos de Leonard Cohen o Bob Dylan para corroborarlo, ambos galardonados (con el Princesa de Asturias o con el Nobel respectivamente) como escritores, aunque sean más conocidos como músicos o, menos radical, la larga lista de poemas, de todos los idiomas, que han sido musicalizados, y hoy conocemos a los autores por esas canciones. A esta última categoría pertenece un bello poema de la gran Rosalía de Castro conocido popularmente como Negra sombra, aunque realmente es una obra sin título incluida por Rosalía en su poemario "Follas novas" (Hojas nuevas), publicado en 1880. Se trata de una obra intimista en la que podemos conocer a la escritora en su faceta más melancólica. Hace más de veinte años, dos grandes figuras gallegas de la música, Luz Casal y Carlos Núñez, grabaron su propia versión del poema con la música de Xoan Motes Capón de 1892; Núñez la incluyó en su disco "A irmandade das estrelas" y Luz la puso en su disco "Sencilla alegría", consiguiendo que esta bella canción en gallego fuese nuevamente un éxito y ayudando a popularizarla entre los jóvenes, por eso es la versión que hoy más recuerda mucha gente, además de aparecer en la banda sonora de la película Mar adentro, de Alejandro Amenábar. Hay desde hace años un cierto debate sobre el significado de este poema, algo normal tratándose de un texto lírico, muy intimista y cargado de simbolismo. ¿Qué es esa "negra sombra" de la que habla Rosalía? La negra sombra pueden ser muchas cosas: la noche, la muerte, el dolor de vivir, la "saudade",.... Puede ser un recuerdo, un fantasma del pasado, un remordimiento que la atormenta; representa posiblemente la soledad, la angustia y la tristeza de la poeta. El poema es también la biografía espiritual de su autora, una mujer que sufrió muchísimo durante su vida. Rosalía fue una mujer que gozó de mala salud. De hecho, falleció de un cáncer uterino a los 48 años de edad, y llegó a dedicarle un libro a su médico en el que firmó como "su eterna enferma". A eso hay que añadir dos hechos trágicos: la muerte de su hijo Adriano en 1876, antes de cumplir dos años de edad debido a un accidente doméstico en Santiago, y el nacimiento, muerta, de su hija Valentina en 1877, ambos hechos ocurridos unos años antes de la publicación de "Follas novas", libro escrito en su mayor parte, por cierto, lejos de su tierra a la que tanto añoraba. Por ello, diversos autores coinciden en que esa "negra sombra" es una evocación del dolor, que no deja de perseguir a Rosalía y que vuelve a reaparecer cuando creía que se había ido (su último embarazo tras la muerte de su hijo, que habría sido un motivo de esperanza y alegría, se tornó en desgracia con el nacimiento de la niña muerta). De hecho, no cuesta percibir en sus versos ciertos signos de depresión, como el hecho de ver el dolor por doquier, en una estrella, en el viento, en un río, en la noche y en la aurora, de forma que su dolor lo amarga todo. Rosalía, a lo largo de su vida, defendió la cultura gallega; en varias etapas de su historia ha mostrado sentimientos de angustia, por el hecho de que esa cultura, la de su patria chica, fuese mancillada desde fuera y, en este poema, se ve no solo ese sentimiento, sino también un profundo miedo a la muerte, la cual veía cercana en ese momento de su vida. Y no olvidemos que, invirtiendo, cambiando ligeramente los términos, Federico García Lorca convirtió la "negra sombra" gallega en la "pena negra" andaluza y gitana en su famosísimo Romancero gitano: el destino trágico de una raza maldita, condenada al dolor y la muerte, a la eterna incomprensión de los payos. Rosalía y Federico. Norte y Sur unidos en dolor existencial. El sufrimiento nos une como especie, nos aúna en clamor cónjunto, en grito desgarrado que se aferra a la esperanza. No debemos olvidar que Federico visitó Santiago de Compostela y que, después de esa visita, escribió los impresionantes Seis poemas gallegos. El espíritu de Rosalía lo poseyó durante el viaje.
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