Yo entiendo que haya muchas personas a las que la vida les parezca una agonía sin fin, para las que cada mañana sólo sea la antesala de un día más para ver la mezquindad y la miseria sin una opción clara de salida, en la que hace mucho tiempo que han olvidado que una vez tuvieron sueños y no pesadillas, porque no sólo hay que ir a los noticieros sino sólo salir a la calle para darse cuenta del mucho dolor del que estamos rodeados. Yo también he tenido mi ración de desesperación, incomprensión, y derrota, pero he tenido la fortuna de tener una familia con la que siempre he podido contar y que me ha recordado que con tan sólo una chispa de luz la oscuridad desaparece. Y, pasando a otra cosa, cuando escucho a un anglosajón intentando hablar en castellano y veo las dificultades que tienen con nuestras vocales tan marcadas, las jotas poderosas, las erres que raspan y no digamos nuestra querida eñe, me echo a temblar por cómo les sonaremos a ellos cuando tratamos de chapurrear las cuatro nociones que tenemos de inglés. Pero hay ocasiones en que esa imperfección crea joyas llenas de dulzura que te hacen cerrar los ojos y soñar, que es lo que me ocurre con esta versión que hizo ese genio que fue Nat “King” Cole. Nathaniel Adams Coles (con "s" final), más conocido como Nat “King” Cole (1919-1965), fue un pianista y cantante de jazz y canción melódica nacido en Montgomery (Alabama -EE.UU.-), aunque su familia se trasladó a Chicago (Illinois) cuando él tenía cuatro años. Comenzó su carrera musical a los quince años, primero con su hermano Eddie y después con el grupo que acabaron llamando King Cole Trio (Oscar Moore -guitarra-, Wesley Prince -bajo- y Nat “King” Cole -piano-), actuando en locales y participando en programas de radio. Aunque al principio era conocido como pianista de jazz, acabó convirtiéndose en cantante melódico y de baladas, sobre todo a partir de su éxito “Mona Lisa”, grabó algunos discos en español, a pesar de que no hablaba nuestro idioma, lo que le dio una enorme popularidad en España y Latinoamérica. Miembro de la masonería, activista del movimiento de derechos civiles (como la mayoría de los artistas de raza negra que desarrollaron su carrera en Estados Unidos en esa época, tuvo que enfrentarse a los prejuicios y ataques raciales, lo que le llevó a convertirse en una figura más de la lucha contra las desigualdades y la segregación, presente especialmente en los estados del sur. Algunos de los desagradables altercados que tuvo que afrontar fueron desde ataques físicos en un concierto en Alabama por parte de miembros de un Consejo de ciudadanos blancos, hasta la quema de una cruz enfrente de su casa en Los Ángeles que hizo el Ku Klux Klan) y simpatizante de John F. Kennedy, Nat “King” Cole falleció a los cuarenta y cinco años, víctima de un cáncer de pulmón. La aventura en nuestro idioma llegó tras grabar en La Habana y en México los temas que conformarían su disco Cole Español, los cuales se hicieron muy populares en los países hispanoamericanos, lo que le hizo ser muy demandado en estos territorios, con múltiples seguidores que querían escuchar cómo entonaba las canciones que todo el mundo conocía. Eso mismo ocurrió en Venezuela, país en el que le pidieron que cantara un tema típico del país, y de esa petición surgió una de sus interpretaciones más memorables:el vals venezolano Ansiedad, canción que Cole se aprendió de memoria ya que, como hemos apuntado, no tenía facilidad para los idiomas y no sabía hablar nada del nuestro.
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