Uno de los símbolos de la ciudad de Barcelona es el Templo Expiatorio o basílica de la Sagrada Familia, más conocida como la Sagrada Familia, a secas. La historia de esta obra maestra aún en construcción comenzó en 1874, cuando una organización local empezó a hacer campaña para la construcción de una iglesia en honor a la Sagrada Familia y tras un par de años de planificación y elaboración de planos, la primera piedra se colocó oficialmente el 19 de marzo de 1882. Aunque se atribuye a Antoni Gaudí i Cornet la autoría, la basílica fue en realidad una idea del fundador de la Asociación Espiritual de Devotos de San Juan, Josep Maria Bocabella. En 1883, Antoni Gaudí asumió la responsabilidad de la construcción y cambió radicalmente el plan de la iglesia y al año siguiente fue nombrado oficialmente arquitecto director. Cuando Gaudí murió, en 1926, solo se había completado el 20% de la obra, con el acabado del campanario de San Bernabé. Durante los disturbios de la guerra (in)civil, se cuenta que los anarquistas destruyeron muchos planos originales, maquetas y talleres. Los trabajos no se reanudaron hasta después de la guerra, por lo que se creó un nuevo diseño actual basado en versiones reconstruidas de los planos destruidos junto con adaptaciones modernas. La construcción de la basílica sigue hoy en marcha y según a pre pandemia estará terminad en 2026; a pesar de estar inacabada, la Sagrada Familia se ha ganado su prestigio gracias a la grandiosa visión que Gaudí tenía de la basílica y gracias al trabajo que ha supuesto su construcción. Hoy en día, la basílica es una basílica menor, es decir, una iglesia católica en funcionamiento, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, y una de las atracciones más populares de la ciudad. Aunque las opiniones sobre el diseño han sido polarizadas, ya que algunos lo consideran una obra maestra y otros, como George Orwell, lo califican de "uno de los edificios más horribles del mundo", el hecho de que atraiga entre 4 y 5 millones de visitantes al año es un ejemplo de su poder de fascinación. A principios de los años 80 la figura del arquitecto empezó a tomar mayor importancia y envergadura en una Barcelona que aspiraba a acoger los Juegos Olímpicos y tras la designación de la ciudad como sede olímpica para el año 1992, la obra de este insigne arquitecto adquirió un fuerte impulso internacional con la rehabilitación de sus obras arquitectónicas, las cuales servirían de incentivo para atraer un mayor número de turistas. Entre estos visitantes destacó Eric Woolfson, el cual quedó especialmente asombrado de la magnitud artística del templo expiatorio de la Sagrada Familia. Dicho compositor, músico, cantante y productor musical escocés, junto a Alan Parsons había fundado en 1975 The Alan Parsons Project, una sociedad musical que hasta 1985 había publicado nueve discos. Se cuenta que Woolfson desconocía por completo la obra de Gaudí, pero tras su visita a Barcelona en 1984 quedó tan impresionado que el monumento terminó siendo la fuente de inspiración del próximo álbum. Parsons aceptó de buen grato la idea, si bien tras presentar el proyecto a Arista Records, alguien de la discográfica que no vio claro el encaje propuesto les dijo "se trata de un arquitecto español y estamos en el negocio del rock and roll. ¿Están bromeando estos chicos?". Ello fue el inicio de un divorcio entre los músicos y la productora. Tras unos años de trabajo, en 1987 salió a la luz el álbum titulado “Gaudi”, el décimo de The Alan Parsons Project. En la parte posterior de la portada se leía la dedicatoria: "Este álbum está inspirado en la vida y obra de Antonio Gaudí (1852-1926). Un arquitecto catalán con una gran concepción, la Catedral de la Sagrada Familia en Barcelona, un proyecto cuya construcción dura ya más de cien años. Él está enterrado en una cripta en su obra maestra inacabada". Este trabajo tuvo la particularidad de que Alan Parsons no tocaba ningún instrumento ni participa en la parte vocal, sino sólo como ingeniero de sonido, compositor y productor. A los fans del pop sinfónico les dio un tremendo patatús en 1987 cuando los coros operísticos anunciaban con pompa neoclásica todo un disco en honor al arquitecto catalán tal y como diez años atrás ocurrió con 'I robot', dedicado al escritor y científico Isaac Asimov. Entre reflexiones sobre la naturaleza de un genio soñador y grabaciones de rutas turísticas por la Barcelona modernista, 'Gaudi' concluía con un arrebato de flamenco-chill progresivo. 36 años después de la publicación del disco, la basílica sigue en obras y el disco descansa a precio de saldo en mercadillos. A pesar de su temática y su buena recepción generó cierta controversia por la inclusión de instrumentos poco frecuentes en la tradición cultural catalana como las castañuelas o la guitarra española.
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