El filósofo George Santayana
(1863-1952), cuyo nombre genuino auténtico fue Jorge Agustín
Nicolás Ruiz de Santayana Borrás, de padres españoles aunque
bostoniano de formación, no perdió la conciencia de su raíz
española y su apego a la latinidad: "He procurado escribir
en inglés la mayor cantidad de cosas no inglesas que me ha sido
posible" y a las puertas de la muerte pidió ser enterrado
en un panteón español del cementerio romano de Campo Verano. En el
contexto de su obra, que se acerca más a la psicología y a la
antropología, hay que explicar su reflexión, que se ha hecho tan
famosa a costa de ser netamente falsificada: “El progreso, lejos
de consistir en cambio, depende de la retentividad (…) y cuando la
experiencia no se retiene, como entre los salvajes, la infancia es
perpetua. Los que no pueden recordar el pasado están
condenados a repetirlo. (Those who cannot remember the
past are condemned to repeat it)". No habla, pues, ni de los
pueblos, ni de la historia, sino sencillamente del pasado y más bien
considerado como experiencia directa e inmediata´pero,
paralelamente, dice el refrán que “El hombre es el único
animal que tropieza dos veces en la misma piedra”, o sea, que
el ser humano no siempre sabe discernir conforme a la razón y por
esa causa no aprende de la experiencia y vuelve a equivocarse en una
situación semejante. O sea, que ni experiencia, ni historia, ni nada
de nada: casualmente nos han vuelto unas reflexiones nuestras de hace
nueve años y, en ese tiempo y con todo lo que ha pasado, todo sigue
igual y las reflexiones se pueden repetir casi en su integridad. En
las postrimerías de la dictadura del general Franco, a finales de
1975, el cantautor valenciano Raimon dio a conocer en actuaciones en
público su canción Jo vinc d’un silenci
(Yo vengo de un silencio), que rápidamente pasó a
engrosar la nómina de la canciones-protesta contra la situación
social que se vivía, y una de cuyas estrofas se convirtió en
bandera, concretamente aquella que dice Qui perd els origens, perd
identitat (Quien
pierde los orígenes, pierde identidad). Y algo de eso viene a la
memoria cuando se escucha a un líder (?) de nuestra izquierda
proclamar literalmente sin ruborizarse, a raíz de la consulta que se
hizo al pueblo griego sobre su aceptación o rechazo de las
imposiciones sociales a cambio de ayuda económica, que algunos
referéndums son armas de destrucción. Y se queda tan ancho. Lo peor
del caso es que, más allá del mero desliz que pudiera interpretarse
en el caso griego, esta idea forma parte de sus principios
identitarios y la lanza, por ejemplo, siempre que sale a colación la
problemática para España de la voluntad del pueblo catalán de
expresar libremente sus deseos en cuanto a la forma de encaje. En
España, además de participar de todos los pecados de sus colegas
europeos, este líder (no es el único) nos ofrece una reflexión
adicional y es que, una de dos: o ignora los orígenes políticos y
las ideas que dieron lugar a su formación o prescinde de ellos, con
lo que contribuye a la creación de un estado de confusión tal que
es difícil mantener la confianza en él y/o en su partido, que
muchoa electores no identifican con "el de siempre". La
verdad es que no puede analizarse esta confusión si no se tienen en
cuenta los orígenes del PSOE (la izquierda “civilizada”
española) en su contexto histórico. Y para ello hay que remontarse
a los años setenta del pasado siglo, años en los que Franco
envejece sin que sea posible en ese momento vislumbrar el margen de
maniobra real que tendrá el príncipe nombrado sucesor por el
dictador a título de Rey en el imprescindible rediseño político.
Y
es que todo es tan convulso…
En
el año de la refundación del Partido Socialista Obrero Español,
1974, en Suresnes, Francia, vivimos uno de los momentos críticos de
la Guerra Fría ya que:
-
Hacía apenas un año del derrocamiento por las armas del gobierno
socialista de Salvador Allende en Chile, mediante un golpe militar
protagonizado por Augusto Pinochet y claramente alentado y protegido
por Estados Unidos.
-
El 25 de abril de 1974, los jóvenes oficiales del ejército colonial
portugués se habían levantado en armas contra el dictador civil
Marcelo Caetano, sucesor directo del dictador António de Oliveira
Salazar, e instauran un régimen de libertades bajo la tutela del
Movimiento de las Fuerzas Armadas en el que el Partido Comunista
Portugués comienza a tener una gran influencia.
-
El secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, comienza a
pensar en una intervención armada de la OTAN en Portugal, con la
posible colaboración del Ejército español. El Gobierno de Franco
es consultado al respecto.
-
En Grecia ha caído la dictadura de los coroneles (julio de 1974) y
se intenta una transición democrática bajo la dirección de
Konstantinos Karamanlis, figura tutelada por Francia.
-
En Italia, única democracia parlamentaria bien asentada en el
Mediterráneo, el Partido Comunista supera el 30% de intención de
voto y amenaza con sobrepasar a la Democracia Cristiana.
-
En España, el Partido Comunista de España, que parece compartir la
línea moderada de sus camaradas italianos, es la principal fuerza de
oposición en un país civilmente aplastado por cuarenta años de
dictadura.
Con
ese escenario, los socialdemócratas centroeuropeos no comparten la
estrategia belicista de Kissinger y creen que lo mejor es promover
nuevos liderazgos socialistas en el sur de Europa que intercepten la
hegemonía de los partidos comunistas y de sus sindicatos. En
concreto, en España, Wiilly Brand y su gente ya han llegado a una
conclusión: el joven abogado Felipe González y las viejas siglas
del PSOE son la mejor apuesta, y así, el congreso de los socialistas
españoles en Suresnes (cerca de París) resulta un éxito, de modo
que el viejo partido socialista español renacía para jugar un papel
estratégico de primer orden en el sur de Europa; la calidad de los
políticos extranjeros presentes en el ceremonia de clausura del
congreso así lo atestigua. La hibernación del PSOE de todos esos
años desde la guerra había facilitado por una parte la eclosión
(clandestina) del Partido Comunista de España, PCE –el Partit
Socialista Unificat de Catalunya, PSUC, en Catalunya-, con
estructuras en casi todas las ciudades del país y fuertemente
respaldado por Comisiones Obreras. El PCE, elegido por el propio
régimen como su adversario principal , tenía el prestigio de la
clandestinidad, a pesar de sus frecuentes disensiones internas. Por
otra parte, la hibernación permitió la sucesiva aparición de
diversos partidos socialistas de carácter regional que aquel mismo
año 1974, en agosto, habían constituido en París la Conferencia
Socialista Ibérica. Un mosaico. Convergencia Socialista de Catalunya
(precursora del PSC), Partit Socialista del País Valencià, Partit
Socialista de les Illes, Partido Socialista Galego, Eusko
Sozialistak, Partido Socialista de Andalucía, Partido Autonomista
Socialista de Canarias, Partido Socialista de Aragón, Convergencia
Socialista de Madrid y otros grupos menores.
Con
todo este embrollo, el PSOE de Suresnes tenía que competir tanto con
un PCE que se había puesto como ejemplo de actuación el Partido
Comunista Italiano como con el académico PSP del profesor Tierno
Galván, y con ese mosaico citado más arriba de socialistas
federales, y es curioso recordar que en esa lucha, mientras el PCE
aceptaba en 1977 la bandera monárquica (una de las condiciones para
su legalización), aún había banderas republicanas en los actos
socialistas. El PSOE de Suresnes, ante la configuración del Estado
español, integrado por diversas nacionalidades y regiones
marcadamente diferenciadas, manifiesta que:
1)
La definitiva solución del problema de las nacionalidades que
integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno
reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas que
comporta la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar
libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los
pueblos que integran el Estado español.
2)
Al analizar el problema de las diversas nacionalidades el PSOE no lo
hace desde una perspectiva interclasista del conjunto de la población
de cada nacionalidad sino desde una formulación de estrategia de
clase, que implica que el ejercicio especifico del derecho de
autodeterminación para el PSOE se enmarca dentro del contexto de la
lucha de clases y del proceso histórico de la clase trabajadora en
lucha por su completa emancipación.
3)
El PSOE se pronuncia por la constitución de una República Federal
de las nacionalidades que integran el Estado español por considerar
que esta estructura estatal permite el pleno reconocimiento de las
peculiaridades de cada nacionalidad y su autogobierno a la vez que
salvaguarda la unidad de la clase trabajadora de los diversos pueblos
que integran el Estado español.
4)
El PSOE reconoce igualmente la existencia de otras regiones
diferenciadas que por sus especiales características podrán
establecer órganos e instituciones adecuadas a sus peculiaridades.
Sí,
señor, sin tapujos ni medias tintas: la sagrada voluntad popular
expresada libremente como principal herramienta de decisión. Visto
desde la olla de grillos que es hoy la política española, puede
parecer excesivo pero en absoluto lo es, debiendo interpretarse como
la afirmación del derecho a rechazar corsés impuestos que
condicionan una relación que ha de corresponder a esas voluntades,
(¿recordáis eso de "la Europa de los pueblos" que sí
pregona el socialismo frente al actual corsé de "la Europa de
los Estados" al que se aferra la derecha?).
Después,
claro, vinieron las rebajas, en esa y otras cosas, el bautismo
constitucional, el referéndum sobre la OTAN, el abandono del
marxismo, el olvido de la causa republicana, el "café para
todos" de nacionalidades, autonomias y regiones, y el eficaz
pragmatismo felipista dirigido a obtener el gobierno aunque por el
camino se tengan que dejar algunas cosillas. Algunos dirigentes
socialistas se ponen nerviosos cuando hoy se les recuerda el programa
de Suresnes. “Eso son cosas para los libros de historia, lo
importante es el consenso constitucional”, Es decir que,
conseguido, con gran eficacia, su objetivo primordial, que era
unificar el espacio socialista, convertirse en el primer partido
español y dejar a los comunistas en la cuneta de la historia, los
protagonistas de Suresnes regresaron al bautismo y a la recta senda
en la que no caben autodeterminaciones, ni federalismos libertarios.
El congreso de Suresnes nos explica algunas cosas interesantes sobre
el revés de la trama de la reciente historia de España, de forma
que cuando algunos exponentes de las nuevas corrientes del PSOE
(Leguina, Bono, Ibarra, el propio Pedro Sánchez…) dicen que su
partido es históricamente ajeno al federalismo, a la distinción
entre nacionalidades y regiones, a una España entendida como “nación
de naciones” y con ácido resentimiento señalan al díscolo
socialismo catalán que se debate entre admitir o no esa cosa que ha
venido en llamarse "derecho a decidir" como causante de
todos los males, mienten (o exhiben ignorancia). Mienten a sabiendas,
porque esos personajes conocen (deben conocer) muy bien cuáles
fueron las palancas sentimentales e ideológicas que usó el PSOE de
Suresnes para no quedar encerrado en el armario de la historia, entre
bolas de naftalina. Mienten y exhiben discursos castizos muy del
gusto de la derecha mediática madrileña para ganarse su favor y sus
migajas. Allá ellos. Suben y bajan por la escalera de servicio.
Yendo, pues, más allá de la problemática común para toda la
social democracia europea, de la que también es sujeto pasivo, el
socialismo español tiene un problema grave de identidad, exhibiendo
por sus dirigentes desconocimiento en el programa, e incluso
organizando ataques directos sobre aspectos que una parte de la
militancia considera que son (y lo son) unas señas de identidad
irrenunciables, como son los referéndums o, en general, las
consultas democráticas.
-----------------------------------------------------------------------