La humanidad, tal como la conocemos, nace cuando decidimos abandonar los árboles o las cuevas y construir ciudades. Babilonia, Atenas, Roma son cuna de las civilizaciones que nos han llevado a lo que hoy somos, y es en la capacidad que tienen éstas de acumular capital humano la base de la que surge el progreso. Las hay enormes o más pequeñas, pero en todas ellas encuentras más puntos a favor que en contra para poder desarrollar de forma plena tu existencia a poco que te esfuerces en aprovechar todo lo que te pueden dar; hoy muchas de ellas se ven sometidas a cierres y en casi todas en las miradas de las gentes prima el temor a la alegría, lo que provoca un gran desconsuelo porque las amamos con toda nuestra alma. Pero también las ciudades, paraísos de cemento, de cosas artificiales, de sombras espesas que se convierten en oscuridad y desolación, a veces nos perdemos tanto, nos sentimos tan nada… La canción que hoy traemos es una bella muestra de todo lo que nos hace sentir, y a veces padecer, la ciudad de nuestro corazón, la que sea, ya que su letra es una melancólica revisión de las ciudades que te enamoraron en tu juventud y que en la madurez ves que ya no son tan brillantes porque, tal vez, tú ya no las ves con los ojos que las vieron. Vamos por partes: Ana Belén (María Pilar Cuesta Acosta en el DNI) desde niña demostró grandes dotes para la canción y por eso se intentó que desarrollase una carrera de niña prodigio con su nombre de pila, pero decide apostar abandonándolo por el más sonoro por el que todos la conocemos. En el rodaje de la película Morbo conoce al que será después su marido, el cantautor Víctor Manuel, personaje fundamental en su conversión en musa de la izquierda intelectual española. En esos años finales de la Dictadura, se produce un episodio polémico en el que son acusados de quemar una bandera de España, por lo que se exiliarán seis meses en México para evitar problemas. Lista como la que más es de las primeras en ver que la piratería era herida mortal para las ventas de discos y que las solución eran los conciertos, así que primero con su marido y después con sus amigos Joaquín Sabina, Miguel Ríos y Joan Manuel Serrat realizan giras por España e Iberoamérica con un éxito espectacular. En este siglo sigue regalándonos grandes canciones como esta Peces De Ciudad, demostrándonos que hay personas (mujeres y hombres) que, partiendo de la excelencia, sólo saben mejorar con el tiempo. ¿Y la canción? Hay canciones que tienen una melodía especial que las hace únicas, hay canciones que tienen una letra tan lograda que cualquier verso tiene sentido por si solo, hay canciones que al ser interpretadas por distintas voces renacen, hay canciones que nacen como un regalo, hay canciones que nunca pierden su vigencia y Peces de ciudad cumple con todos estos requisitos. Joaquín Sabina la compuso y se la regaló a Ana Belén para su disco homónimo (después, en 2002, él mismo la usó en su disco Dímelo en la calle). La canción cuenta con una melodía muy armoniosa y pausada que nos traslada a los parajes que va describiendo; posteriormente fue interpretada por el propio Joaquín introduciendo unos pequeños cambios en la letra (practica bastante común en él). Peces de ciudad es una canción muy poética, muy artística, que hace innumerables referencias a lugares y personajes. No en vano la canción arranca en una estación de tren; en este caso se trata de Austerlitz, una de las seis estaciones de tren que tiene Paris y no puede haber mejor punto de partida para una canción de amor y desamor que una estación parisina en la ribera del Sena; para completar la postal, contamos con otra estación, la primavera en este caso: el “veranillo de San Martín” se conoce como la época que se encuentra a caballo entre el verano y el otoño, en la que las temperaturas ascienden para posteriormente continuar con el descenso lógico; se trata de un calor agradable, ya que es una forma de no querer desprenderse totalmente del verano, es un “me voy pero me quedo” algo muy aplicable al amor (no debe pasar por alto el guiño a Bob Dylan haciendo alusión a su canción Desolation Row, además de ser un lugar de la bahía de Nueva York). Y mejor olvidarse de los sueños, dejarse en un kit kat de vida…. A todos nos ha pasado alguna vez que, tras un viaje especial, o una buena experiencia vivida, nos embarga la nostalgia y deseamos repetirlo. Volver al pasado es algo que no podemos hacer, por eso nos queda la opción de regresar al mismo lugar. Normalmente cuando el tema surge solemos decir que lo haríamos con los ojos cerrados, pero si lo hacemos casi siempre nos sentimos defraudados. Un buen recuerdo tiene la particularidad de que nunca se borra, es por eso que siempre estaremos comparándolo y en la mayoría de los casos nos sentiremos decepcionados empañando de esa forma el impoluto recuerdo que teníamos antes. En Comala comprendí, como canta Sabina, o en Macondo como dice Ana Belén, da igual que la referencia sea de Gabriel García Márquez o de Juan Rulfo, son lugares deshabitados, en donde es mejor no refugiarse, que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver, por mucho que se empeñe algún viejo tango… En un mundo como en el que vivimos, donde casi todo está regido por leyes hay ciertas cosas en las que la lógica nunca impera y, a veces, no nos paramos a pensar, no hacemos un plan estratégico; simplemente actuamos por instinto. En esos momentos no tenemos leyes, no tenemos imperativos morales, sólo tenemos una meta y una firme decisión, cruzarla los primeros. Es en esos instantes cuando la naturaleza humana nos sorprende, cuando conseguimos sacarnos conejos de la chistera o se nos enciende la bombilla. Lo malo de estas cosas es que no todos tenemos las mismas metas, y no siempre son buenas. La música empieza con unas notas leves de piano y de guitarra, que junto al bajo y la percusión preceden a la voz sedosa y cantarina de la cantante, que es apoyada por una segunda voz masculina.
Un espacio para la reflexión sobre temas de permanente actualidad en el mundo de las finanzas, del management y de la vida en general.
martes, 16 de abril de 2024
No volver con los recuerdos.
La humanidad, tal como la conocemos, nace cuando decidimos abandonar los árboles o las cuevas y construir ciudades. Babilonia, Atenas, Roma son cuna de las civilizaciones que nos han llevado a lo que hoy somos, y es en la capacidad que tienen éstas de acumular capital humano la base de la que surge el progreso. Las hay enormes o más pequeñas, pero en todas ellas encuentras más puntos a favor que en contra para poder desarrollar de forma plena tu existencia a poco que te esfuerces en aprovechar todo lo que te pueden dar; hoy muchas de ellas se ven sometidas a cierres y en casi todas en las miradas de las gentes prima el temor a la alegría, lo que provoca un gran desconsuelo porque las amamos con toda nuestra alma. Pero también las ciudades, paraísos de cemento, de cosas artificiales, de sombras espesas que se convierten en oscuridad y desolación, a veces nos perdemos tanto, nos sentimos tan nada… La canción que hoy traemos es una bella muestra de todo lo que nos hace sentir, y a veces padecer, la ciudad de nuestro corazón, la que sea, ya que su letra es una melancólica revisión de las ciudades que te enamoraron en tu juventud y que en la madurez ves que ya no son tan brillantes porque, tal vez, tú ya no las ves con los ojos que las vieron. Vamos por partes: Ana Belén (María Pilar Cuesta Acosta en el DNI) desde niña demostró grandes dotes para la canción y por eso se intentó que desarrollase una carrera de niña prodigio con su nombre de pila, pero decide apostar abandonándolo por el más sonoro por el que todos la conocemos. En el rodaje de la película Morbo conoce al que será después su marido, el cantautor Víctor Manuel, personaje fundamental en su conversión en musa de la izquierda intelectual española. En esos años finales de la Dictadura, se produce un episodio polémico en el que son acusados de quemar una bandera de España, por lo que se exiliarán seis meses en México para evitar problemas. Lista como la que más es de las primeras en ver que la piratería era herida mortal para las ventas de discos y que las solución eran los conciertos, así que primero con su marido y después con sus amigos Joaquín Sabina, Miguel Ríos y Joan Manuel Serrat realizan giras por España e Iberoamérica con un éxito espectacular. En este siglo sigue regalándonos grandes canciones como esta Peces De Ciudad, demostrándonos que hay personas (mujeres y hombres) que, partiendo de la excelencia, sólo saben mejorar con el tiempo. ¿Y la canción? Hay canciones que tienen una melodía especial que las hace únicas, hay canciones que tienen una letra tan lograda que cualquier verso tiene sentido por si solo, hay canciones que al ser interpretadas por distintas voces renacen, hay canciones que nacen como un regalo, hay canciones que nunca pierden su vigencia y Peces de ciudad cumple con todos estos requisitos. Joaquín Sabina la compuso y se la regaló a Ana Belén para su disco homónimo (después, en 2002, él mismo la usó en su disco Dímelo en la calle). La canción cuenta con una melodía muy armoniosa y pausada que nos traslada a los parajes que va describiendo; posteriormente fue interpretada por el propio Joaquín introduciendo unos pequeños cambios en la letra (practica bastante común en él). Peces de ciudad es una canción muy poética, muy artística, que hace innumerables referencias a lugares y personajes. No en vano la canción arranca en una estación de tren; en este caso se trata de Austerlitz, una de las seis estaciones de tren que tiene Paris y no puede haber mejor punto de partida para una canción de amor y desamor que una estación parisina en la ribera del Sena; para completar la postal, contamos con otra estación, la primavera en este caso: el “veranillo de San Martín” se conoce como la época que se encuentra a caballo entre el verano y el otoño, en la que las temperaturas ascienden para posteriormente continuar con el descenso lógico; se trata de un calor agradable, ya que es una forma de no querer desprenderse totalmente del verano, es un “me voy pero me quedo” algo muy aplicable al amor (no debe pasar por alto el guiño a Bob Dylan haciendo alusión a su canción Desolation Row, además de ser un lugar de la bahía de Nueva York). Y mejor olvidarse de los sueños, dejarse en un kit kat de vida…. A todos nos ha pasado alguna vez que, tras un viaje especial, o una buena experiencia vivida, nos embarga la nostalgia y deseamos repetirlo. Volver al pasado es algo que no podemos hacer, por eso nos queda la opción de regresar al mismo lugar. Normalmente cuando el tema surge solemos decir que lo haríamos con los ojos cerrados, pero si lo hacemos casi siempre nos sentimos defraudados. Un buen recuerdo tiene la particularidad de que nunca se borra, es por eso que siempre estaremos comparándolo y en la mayoría de los casos nos sentiremos decepcionados empañando de esa forma el impoluto recuerdo que teníamos antes. En Comala comprendí, como canta Sabina, o en Macondo como dice Ana Belén, da igual que la referencia sea de Gabriel García Márquez o de Juan Rulfo, son lugares deshabitados, en donde es mejor no refugiarse, que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver, por mucho que se empeñe algún viejo tango… En un mundo como en el que vivimos, donde casi todo está regido por leyes hay ciertas cosas en las que la lógica nunca impera y, a veces, no nos paramos a pensar, no hacemos un plan estratégico; simplemente actuamos por instinto. En esos momentos no tenemos leyes, no tenemos imperativos morales, sólo tenemos una meta y una firme decisión, cruzarla los primeros. Es en esos instantes cuando la naturaleza humana nos sorprende, cuando conseguimos sacarnos conejos de la chistera o se nos enciende la bombilla. Lo malo de estas cosas es que no todos tenemos las mismas metas, y no siempre son buenas. La música empieza con unas notas leves de piano y de guitarra, que junto al bajo y la percusión preceden a la voz sedosa y cantarina de la cantante, que es apoyada por una segunda voz masculina.
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Me encanta Ana Belen!!! no sabía que esa canción la compuso Sabina aunque cuando la escuchas no hay duda lleva su sello!!! 👏👏👏
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