viernes, 25 de noviembre de 2011

El embrollo de la Bolsa y la deuda soberana



Partimos de una premisa indiscutible: en el mercado hay dinero para invertir; la cuestión es que los inversores, moralismos aparte, tienen dudas de dónde invertirlo. Tradicionalmente, la inversión en deuda soberana ha sido un refugio recurrente, pero con las noticias que se publican día sí día también, domina la inseguridad.

Segunda premisa: la evolución de los índices bursátiles nos dice que hay valores que han subido más de un diez por ciento, y que, cuando se dice que el Ibex (o el Dow Jones, o el Euro Stoxx, o...) tiene un movimiento a la baja, no quiere decir que TODOS los valores que lo ponderan están de capa caída. El problema de fondo (uno de ellos) es que al final, al inversor se le hace difícil distinguir activos de buena y mala calidad porque, en esta vorágine, cuando bancos y fondos de inversión necesitan vender posiciones para hacerse de liquidez los precios pueden caer mucho más allá de lo que indica cualquier expectativa razonable.
Ante este hecho, el evitar una crisis bancaria es algo más que deseable, sin embargo son muy pocos los detalles concretos que se conocen sobre los planes de salvación y existen cuestiones de fondo que generan desacuerdos importantes entre los tomadores de decisiones al respecto; por ejemplo,desde Alemania se aboga por que cada país se haga cargo de solucionar los problemas de sus propios bancos, y si bien esta idea parece bastante lógica, no se entiende de qué manera podría implementarse. ¿De dónde salen los fondos para que países altamente endeudados salven a sus bancos? ¿Quién les presta el dinero y qué efectos tendría eso sobre su nivel de endeudamiento? Recordemos que Irlanda complicó fuertemente sus finanzas públicas al utilizar fondos del tesoro para evitar la quiebra de sus bancos.Más allá de la necesidad de aplicar estos planes de capitalización, el problema de la deuda soberana en Europa está muy lejos de haber quedado atrás. La crisis de Grecia se encuentra claramente estancada y la posición más dura en la zona del Euro plantea una quita del 50% en el valor de su deuda frente a los planes iniciales que hablaban de un 20%. Los bonos de otros países de la región se ven claramente golpeados cuando se producen noticias negativas al respecto, lo cual nos muestra que el riesgo contagio sigue siendo una posibilidad muy concreta con consecuencias difíciles de predecir. En esta espiral, Italia y España tienen clara dificultades en la transmisión de la confianza y estabilidad necesarias, pero empieza a verse que Francia e incluso Alemania no están a salvo de especulaciones.



Y si es necesaria la colaboración del capital privado para ayudar a solucionar el problema común, tanto de la deuda soberana como de las entidades financieras, los interrogantes se multiplican, como por ejemplo decidir cómo se harán los desembolsos de capital, a cuáles bancos y de qué manera, los roles que jugarán el Banco Central Europeo y el FMI y las condiciones que deberán aceptar los bancos que reciban desembolsos.

Por otro lado, se sabe que existen grandes oportunidades de compra en el contexto actual ya que los precios de las acciones de muchas compañías y otros activos de riesgo se encuentran a niveles atractivos y están respaldados con fundadas expectativas de futuro para esas compañías. Por este motivo, si se evita una permanente sensación de crisis es muy probable que veamos retornos más que jugosos en el medio plazo. 

Con todo ello se entiende entonces que los mercados muestren estos inusuales niveles de volatilidad, y es que la duda persiste: o tenemos una crisis desbordante y lo peor está por venir, o se sosiega el escenario y se constata que quedan interesantes ganancias por delante. Al menos esa parece ser la interpretación de los inversores en el contexto actual y todo el mundo está a la espera de señales que puedan mostrar hacia qué lado se va a definir la situación.

Parece que la solución global empieza por el convencimiento de que la crisis de estar en crisis es el enemigo a batir en primer lugar, y que la crisis de ánimo es la que paraliza e impide las decisiones necesarias. Veremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario