jueves, 17 de agosto de 2023

Aporafobia y música.



Ayer, 16 de agosto, hizo años (46 ya) de la muerte, dicen que víctima de una sobredosis de barbitúricos, de Elvis Presley, cantante y actor estadounidense, considerado como uno de los iconos culturales más populares del siglo XX. Elvis
Aaron Presley, El Rey, nace dentro de una familia tan humilde que no tardó en tener que vivir en los barrios marginales de mayoría negra lo cual en el Sur de Estados Unidos era lo peor. En el Instituto empieza su gusto por la estética rockabilly y empieza a experimentar con la música negra que escuchaba en el vecindario. Tras fichar por una discográfica y tras la espera para encontrar la canción adecuada, cuando estaban a punto de abandonar, empieza a improvisar al final de una sesión de grabación con el tema That’s All Right, el resultado es tan salvaje y nuevo que todos tienen claro que han hecho historia y empieza a convertirse en objeto de controversia con los sectores más conservadores norteamericanos que le ven como un peligro moral para la juventud. Se suceden los números uno (Jailhouse rock, King creole, Love me tender, Are you lonesome tonight,… ) hasta que, tras una relación de amor-odio con la industria de Hollywood, marcha a Memphis para grabar el mítico From Elvis To Memphis en el que está una de las mejores canciones de todos los tiempos que es ésta In The Ghetto, que le permite volver a los primeros puestos en las listas, retoma el gusto por las actuaciones en vivo siendo un asiduo de los grandes hoteles de Las Vegas y culminando en 1.973 con el concierto Aloha In Hawaii que fue el primero en ser emitido vía satélite y grabado en sonido cuadrafónico. El estrés le empieza a pasar factura y recurre a los tranquilizantes de los que se vuelve adicto, muriendo de sobredosis en 1.977. Cuando la vida se escribe en letras de canciones y se han escuchado tantas, lo más normal es que uno tenga muchas favoritas, y que de estas se tengan unas para emocionarse, otras para motivarse, estén las que hacen feliz y las que acompañan cuando se está triste, y está “la canción”, esa que cuando se escuchó por primera vez sobrecogió; sin duda se podrían aducir en este caso razones desde la entidad de su intérprete, la profundidad de su mensaje, la producción espectacular, pero todos ellas serían verdades falsas, porque esto es un sentimiento que brota más allá de lo físico y que profundiza casi en lo cuántico, es porque es y ya está. La canción nos narra la historia de rabia y de desesperación que viven los jóvenes en el gueto, donde casi la única salida es la furia, el crimen y la muerte. En un primer momento, “In the ghetto” no iba a llamarse así, lo que resulta curioso, tratándose de la expresión que más repite el estribillo de esta composición. El primer título destinado para este clásico fue “The Vicious Circle”, el círculo vicioso. El tema aborda el ambiente de los barrios bajos, de la decadencia y de la pobreza, narrando la historia de un niño que pierde la vida tras recibir un disparo; un niño de una madre que ya tiene más hijos que no puede alimentar en el gueto de Chicago y el niño crece hambriento, aprende a robar y pelear, compra un arma y roba un auto, trata de correr, pero es asesinado. La canción termina con otro niño que nace en el gueto, e implica que el recién nacido podría enfrentar el mismo destino, continuando el ciclo de pobreza y violencia. La sensación de un círculo ineludible es creada por la estructura de la canción, con su fraseo simple y marcado; por la repetición de la frase «en el gueto» como el cierre de cada cuarta línea; y finalmente por la repetición del primer verso «y su mamá llora» justo antes del comienzo y al final del último verso. La música arranca con unos unas notas de guitarra que dan paso a la voz contenida de El Rey al que se le unen primero los coros melodiosos y después el bajo, la percusión y las secciones de cuerda y viento que van subiendo poderosos para terminar anticlimáticamente en los estribillos. La canción alcanzó popularidad casi inmediata aunque los autores no llegaron a especificar nunca fue el color de piel de su protagonista; esta desracialización del gueto, voluntaria o no, escondía una realidad mucho más rotunda y es que a finales de los años cuarenta del siglo XX, más de la mitad de la población afroamericana de Chicago residía en zonas deprimidas, y los guetos eran zonas eminentemente negras.



 

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