jueves, 3 de agosto de 2023

La(s) Historia(s) que nos cuentan (3).



Jorge Manrique de Figueroa fue un poeta del siglo XV,
con una biografía llena de incógnitas, que pasó a la historia gracias a una obra que forma parte de los clásicos de la literatura española: Coplas a la muerte de su padre, aquella que dice, entre otras cosas,: “… cómo, a nuestro parecer, / cualquiera tiempo pasado / fue mejor...”. Quedémonos con estas palabras y reflexionemos un poco desde la perspectiva de la historia: ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Seguro que la siguiente conversación resulta familiar. un tío listillo que siempre tiene razón termina minimizando, por ejemplo, el valor de las medidas actuales de seguridad vial: “Antes a los niños no se les ponía cinturón ni sillas especiales, se cargaba el coche hasta los asientos traseros con bolsas y los coches no tenían airbags ni nada por el estilo. En moto viajábamos sin casco. Y aquí estamos. No nos pasaba nada”. Estas afirmaciones, alabando un pasado idílico (?) en el que apenas se invertía en seguridad vial, y comparándolo con el costoso presente de sillas infantiles, airbags, frenos ABS… es una falacia que, como se realiza desde la perspectiva de haber sobrevivido tiene un sesgo importante de error. ¿Cuántos de aquellos que hacían lo mismo no están para contarnos que ellos no sobrevivieron? Este pequeño ejemplo es uno de los muchos que se pueden utilizar para demostrar que el pasado nunca fue mejor que la actualidad. Nuestra idealización del pasado proviene de una mezcla de nostalgia de la juventud (ningún veinteañero lamenta su pasado), de una idealización falsa de los tiempos pasados (las épocas doradas nunca existieron), de las frustración de los tiempos presentes o del miedo a la incertidumbre del futuro, marcado por cambios cada vez más rápidos. Ninguna civilización fue mejor que la actual y eso lo sabe cualquier historiador con unos conocimientos mínimos de su disciplina. No obstante, siempre aparecen tendencias a idealizar un pasado concreto, fruto de intereses más políticos que históricos. La tendencia a idealizar el pasado no es nueva, ya existía en las civilizaciones que nos precedieron y de las que provenimos. Los griegos, por ejemplo, crearon el mito de la Arcadia, una edad dorada de abundancia, inocencia y felicidad en donde sus habitantes, pastores y agricultores, vivían en armonía con la Naturaleza cuando en la realidad Arcadia era una zona de Grecia bastante rural y deprimida, con una población bastante ignorante y privada de todo tipo de comodidades, tal como nos la describiría Polibio.


¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? La respuesta es NO. Salvo por ciertos momentos puntuales en los que parece que los humanos nos hemos puesto de acuerdo para aniquilarnos mutuamente o para que unos pocos vivan mejor que la mayoría, la tendencia general es que una cada vez mayor cantidad de personas viven mejor y más años que en cualquier momento pasado, y ello se lo debemos al progreso científico, a la ciencia y sus avances, que han logrado erradicar enfermedades, mitigar el efecto de algunas (gracias a las vacunas y antibióticos) y lograr que en los países desarrollados la muerte infantil sea prácticamente testimonial. Socialmente hemos logrado implantar gobiernos en general cada vez más representativos de la voluntad general de todos los ciudadanos, erradicar la violencia de nuestras sociedades (aunque nunca podremos eliminarla por completo) y generar una conciencia mutua hacia el prójimo. Todos aquellos que ponen ejemplos pasados como un lugar mejor para vivir sólo tienen que profundizar un poco en su historia social para descubrir lo equivocados que están. ¿La famosa Democracia ateniense? Sólo para algunos. ¿Las grandes villas romanas? Eran la excepción. Un paseo por Pompeya y se comprueba que la mayoría de romanos vivían en una sola habitación. ¿Las bondades de los cazadores-recolectores paleolíticos? Resulta que estos grupos solían desaparecer si las condiciones climáticas empeoraban, tal como les ocurrió a los Homo Antecessor, primeros pobladores de Europa. Y muchos olvidan su costumbre caníbal.
(el emperador más rico y poderoso de la antigüedad daría su imperio por poder tener la alimentación y las comodidades de que disfrutamos hoy en día; basta pensar en el WC, grifos de agua potable fría y caliente, dentistas analgésicos o anestesia para darse cuenta de cómo sería toda nuestra vida sin ellos). Y si nuestra esperanza de vida en el año 1900 era de 35 años, ¿qué esperanza tendríamos en el pasado? A principios del siglo XX la mortalidad infantil aún se encontraba en un 20% pero hoy en día, en el siglo XXI, la cifra no llega al 1% en los países desarrollados, lo que a la vez ha provocado que hoy en día, morir a partir de los 60 años sea la norma, cuando en el Imperio Romano esa era la excepción (2%). En resumen, idealizar un pasado como algo mejor que nuestra existencia actual no deja de ser una técnica mental de nuestro cerebro para evitar afrontar los desafíos y problemas del presente.


¡Ojo! La otra acepción, no desechable, del dicho hace referencia a la memoria personal cercana, de lo que no volverá. ¿Quién no echa de menos su niñez? ¿Quién no echa de menos aquellos días de juventud con tus padres tus hermanos, la mesa puesta y tu única preocupación, estudiar?
y como eso, todo. La memoria es selectiva y nos acordamos mas de lo bueno que de lo malo, cualquiera que eche la vista atrás y me refiero gente con vidas llamadas "normales" tiene gratos recuerdos de su pasado gracias a que intentamos olvidar lo malo y quedarnos con lo bueno, de ahí que nos PAREZCA que cualquier tiempo pasado personal fue mejor. El poema de Manrique habla de la mente humana, de sensaciones, de sentimientos, de momentos gratos y felices que marcan la vida del ser humano (si lo leemos entero, comprobamos que el autor termina afirmando que esa sensación de un pasado mejor es una simple ilusión). El Todo tiempo pasado fue mejor, pues, encierra dos evidencias, la primera que fuiste feliz, y la segunda que no lo sabías. La nostalgia de los años siguientes solo se encarga de mostrarlo y la nostalgia es una peligrosa ilusión que solo aparece cuando la vida nos golpea duramente. Pero si nuestras necesidades están cubiertas, la misma se esconde y no da la cara. Parafraseando a Joaquín Sabina, y recordando que la memoria es selectiva,no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás existió”.


El psicólogo
estadounidense Adam Mastroianni1, de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, introduce un matiz de estudio interesante, ya que deduce que si todo tiempo pasado fue mejor, significa que el actual es peor, y eso le permite lanzar la hipótesis de que la moralidad está decayendo, aunque ya los científicos dicen que esa idea es una ilusión. A Adam Mastroianni siempre le molestaron las afirmaciones anecdóticas de que las personas se vuelven menos amables, respetuosas y confiables con el tiempo, así que se sumergió profundamente en tales afirmaciones: escribió una tesis doctoral y ahora se ha basado en los resultados de encuestas de décadas y otros datos, que ha publicado en las revistas Nature, Sciencie y otras, para descubrir que las personas de todo el mundo han percibido un declive moral general durante al menos los últimos 70 años pero los datos también muestran que la evaluación de los individuos sobre la moralidad de sus contemporáneos se ha mantenido prácticamente sin cambios durante ese tiempo; si la moralidad realmente hubiera disminuido se esperaría que las personas calificaran a sus compañeros de manera más negativa que aquellos que respondieron la misma encuesta anteriormente, pero los datos revelaron que las evaluaciones de los participantes sobre la moralidad de sus contemporáneos no han cambiado con el tiempo. Para Mastroianni, esto significa que la percepción del declive moral es errónea o que “al menos es muy difícil encontrar alguna evidencia de que ese declive moral haya ocurrido”. El hecho de que la gente de todo tipo perciban una moralidad en declive sorprende puesto que ese pesimismo sobre la naturaleza humana es bastante común cuando las personas emiten juicios sobre aquellos que no están de su lado, en su equipo. Lo interesante es que este sesgo parece ser más generalizado y no parece estar enraizado en el sesgo intergrupal”; entonces, ¿por qué la gente piensa que existe esta decadencia? El autor especula que tiene que ver con factores como la memoria sesgada; los recuerdos negativos tienden a desvanecerse más rápido que los positivos y Mastroianni dice que la ilusión del declive moral podría tener importantes consecuencias sociales e incluso políticas. Por ejemplo, una encuesta de 2015 citada en su artículo encontró que el 76 % de las personas en los Estados Unidos estaban de acuerdo en que "'abordar el colapso moral del país' debería ser una alta prioridad para su gobierno", una opinión que podría afectar las opciones de votación.


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Antes podíamos dejar la puerta abierta de casa sin miedo", "antes se podía confiar en los demás" o "la gente ya no se preocupa por el resto de las personas". Es probable que hayas escuchado estas frases, o incluso que la hayas pronunciado; en lo que tal vez no hayas reparado es que lleva circulando mucho más tiempo del que cree, mucho antes, por ejemplo, del movimiento Okupa (que, por cierto, no es igual que la ocupación de una casa familiar, aunque algunos medios jueguen a la confusión), y que no solo se dice en España pues también puede oírse en las calles de Brasil, Rusia o Angola, pongamos por caso, en diferentes continentes, países que tienen en común que su población considera que la decadencia moral de sus ciudadanos es un problema relativamente grave. Pero se puede investigar con los datos disponibles de las últimas décadas si de verdad se está produciendo esa decadencia moral que anuncian los profetas del apocalipsis con conclusiones sencillas. ¿Cree la mayoría de gente en todos los países que somos peores? Sí. ¿Tienen razón? Casi seguro que no porque la realidad de las encuestas nos dice que cada año estamos mejor, que en realidad somos más buenos, más morales, más honestos y más decentes que antes. No es una percepción real la de que vamos a peor, sino un sesgo cognitivo que está alterando nuestra visión del mundo y, con ella, nuestras preferencias políticas o nuestra forma de comportarnos día a día. El pasado es un lugar mitológico y la idealización del pasado ocurre en toda clase de sociedades y, curiosamente, no tiene relación con la historia reciente de cada país; da igual que uno se haya criado en una dictadura o en democracia, lo más probable es que tienda a pensar que en el pasado la gente era mejor, principalmente porque como la gente presta más atención a los acontecimientos negativos (y los medios de comunicación están encantados de servirlos en bandeja), parece natural que consideremos el presente como un lugar en el que reina el crimen, la insolidaridad y la violencia. Y no se trata únicamente de la prensa o las teles. Si te encuentras con un conocido, lo más probable es que te cuente lo malo (nunca lo bueno) que le ha pasado a él o a sus conocidos, generalizando, además. El efecto "al amigo de un amigo lo atracaron el otro día, cada día estamos peor". Cuentan mentiras. Roban. Se matan. Así que el mundo parece un lugar peligroso, pero ésto ocurre solo con los desconocidos. Cuando se pregunta a alguien por su entorno inmediato, familiares, amigos o compañeros, estos siguen siendo tan buenos o mejores que antes. El infierno son los demás. "Percibimos el presente con detalle y el pasado, como una caricatura". Este sesgo nos hace pensar que el pasado fue siempre mejor. Por un lado, seleccionamos la información negativa del presente para conformar una visión del mundo actual oscura y, por otro, suavizamos el pasado con la perspectiva del tiempo (el engaño sabido de la memoria). Un cóctel peligroso. A lo largo de la historia, los poderosos (o los que aspiran a hacerse con el poder) se escudan en que ellos son los únicos capaces de devolvernos a esa época dorada. La realidad es que probablemente nunca hubo un pasado dorado, que los tiempos pretéritos no eran tan diferentes a los actuales. Según esta visión del mundo hubo un momento en el que pulsamos el botón equivocado, y por lo tanto tan solo hace falta volver a darle al interruptor para que todo vuelva a ir bien. No se trata tan solo de la política, sino de la manera en que las personas se relacionan con su entorno. La nostalgia por un pasado mejor puede hacer que nos comportemos de manera que terminemos creando ese oscuro presente que en realidad no existe. "Si piensas que antes podías confiar en la palabra de la gente y ahora no, probablemente te haga un poco más cauto en la manera en que tratas a los demás, y eso puede generar esa clase de profecías autocumplidas", explica Mastroianni. "Aunque no veo evidencias de que esto sea así, es plausible que si tratamos a los demás con sospecha, todos actuemos de manera más sospechosa. Una manera de atenuarlo sería explicar a la gente que debería ser un poco más escéptica cuando ve estas afirmaciones y darse cuenta de que llevamos escuchando esta historia seguramente desde hace miles de años, así que hoy deberíamos inventarnos otra. Deberíamos ser un poco más modestos acerca de nuestro conocimiento del pasado. Está bien no tener ni idea de qué pasó".

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1Responsable del blog Experimental History, Adam Mastroianni es un investigador posdoctoral de la División de Administración de la Escuela de Negocios de Columbia. Estudia cómo las personas perciben erróneamente sus mundos sociales, desde la persona sentada al otro lado de la mesa hasta el país entero zumbando a su alrededor. Una corriente de su trabajo se centra en las percepciones erróneas que surgen cuando las personas hablan cara a cara. Por ejemplo, cada conversación tiene que terminar en algún momento. ¿La gente sabe cuándo debería hacerlo? No realmente, según parece; la mayoría de las conversaciones terminan cuando nadie quiere que terminen, tanto porque las personas quieren hablar durante diferentes períodos de tiempo como porque no tienen idea de cuándo quiere cortar la otra persona. También está interesado en las teorías de las personas y la percepción errónea del cambio en el mundo que les rodea. La gente piensa que la moralidad ha decaído, ¿tienen razón y, si no es así, por qué piensan eso? Las personas piensan que son bastante diferentes de sus abuelos, ¿lo atribuyen a tener diferentes edades o a ser miembros de diferentes generaciones y entornos? Cuando las personas eligen un bando sobre un tema, no solo les importa lo que piensan los demás, sino también cómo están cambiando esas opiniones; entonces, ¿saben cómo han cambiado realmente las opiniones?


 

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