Decía/cantaba la gran y añorada María Dolores Pradera en una de sus canciones que “tener dos amores es muy complicado…”, lo que viene como anillo al dedo cuando se habla de personajes como Amadeu Vives y el binomio Madrid-Barcelona. Vives es autor, entre otras, de las zarzuelas Bohemios, La generala, La villana, Maruxa, Doña Francisquita, etc., y considerado uno de los compositores más grandes de la zarzuela de todos los tiempos, con una formación intelectual y musical de primerísimo nivel, pero a los efectos “zarzueleros” que interesa a los aficionados constituye además una personalidad con criterios tan importantes que merecen un análisis más completo de sus opiniones,… a la vez que en Barcelona funda con Luis Millet Pagés (abuelo del otro Millet, el que desfalcó el Palau de la Música de Barcelona) el coro mixto del Orfeo Catalá en donde estrena diversas composiciones, destacando L’Emigrant, que en esos tiempos tuvo determinada relación musical con el catalanismo. El propio compositor respondió a estos reproches con las siguientes frases: “Os aseguro que toda mi música está pensada y escrita en catalán; los de ahora no se pueden dar cuenta, pero algún día, cuando esté muerto, lo descubrirán los que estudien sin prevenciones y por encima del ambiente de nuestro tiempo…”. El caso de Amadeu Vives, nacido de familia muy humilde en Collbató, a la sombra de la montaña de Montserrat y muerto, parece que para cerrar el ciclo, circunstancialmente en Madrid, como compositor presenta rasgos ciertamente curiosos. La calidad musical de sus obras, elogiada por los expertos, y apreciada por todos los amantes de la buena música y el canto, no guarda relación con su formación académica. Si otros colegas suyos, destacados del mundo de la zarzuela, ampliaron y perfeccionaron sus estudios en Roma, Milán o París, con pedagogos del mayor prestigio, el autor de la obra cumbre del género lírico español, no fue más allá de escolanías, conventos e iglesias; en este aspecto fue fundamental la relación que mantuvo con su hermano Camilo, religioso. Aún así creó escuela. Prueba de ello son sus cuatro ases líricos, llámense zarzuela, ópera o égloga, antes citados. Doña Francisquita, obra modélica donde las haya. Maruxa, con su formato operístico, cuenta con una partitura de las más elogiadas por los expertos, lo mismo que La villana, cuya música no tiene nada que envidiar a las mejores obras del género. Y para completar el cuarteto de ases, ahí está el bombón de Bohemios, cuya belleza en su brevedad, provocó que otro compositor, Conrado del Campo, con permiso de Vives, la ampliase a ópera, “Bohemios" (Intermedio) es la parte sinfónica más conocida de la obra y nos presenta el primer tema acompañado por el pizzicato de la cuerda. El segundo tema de carácter melódico es el más conocido por su expresión sentimental. Finalmente se reanuda de forma abreviada el tema inicial, terminando la obra mediante una poderosa coda.
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