Bach, Haendel, Purcell, Marcello, Vivaldi,… pero, ¿y los de aquí? ¿qué pasa aquí? Pues que el inicio del Barroco en Europa coincide con la muerte de Felipe II y, por ello, con nuestra decadencia política que se prolongará durante el reinado de los 3 siguientes monarcas (Felipe III, Felipe IV y Carlos II), conocidos como los Austrias Menores por algo. En nuestra cultura se da un fenómeno curioso: con el Barroco nuestras letras y artes llegan a su cumbre más alta (Cervantes, Calderón, Góngora, Quevedo, Velázquez, Zurbarán,...). Pero en música no sucede lo mismo; después de nuestra Edad de Oro musical, que fue el Renacimiento, se da un declive y decaimiento. Durante el barroco, el teatro se convirtió en España en un auténtico fenómeno de masas; en todas las representaciones, la música formaba parte del espectáculo, introduciéndose normalmente en el intermedio de las escenas y en el final de la obra, interpretaciones vocales e instrumentales de carácter breve y no siempre en relación con el argumento. Pero las clases dominantes españolas dejan de valorar la música como lo habían hecho antes, dejando de lado la innovación y la evolución de las formas y retornando o imitando las anteriores formas surgidas en el Renacimiento. Más concretamente se imitarán los modelos producidos en Francia y sobre todo Italia, en la música instrumental se aceptan las formas barrocas muy tarde, no se siguen los grandes estilos europeos (el Concerto, la Suite, la Pasión o el Oratorio) y la música sigue aún girando en torno a la Iglesia, aunque no tanto como en el Renacimiento. Fue muy importante la actividad musical durante el reinado de Fernando VI, un gran amante de este arte. Por otro lado, la ópera no fue asimilada sino hasta el siglo XVIII. En su lugar se llevaron a cabo las zarzuelas. Aún así podemos agrupar algunas de las características que definen a este Barroco español: no imperan las formas musicales que lo hacen en el resto de Europa, se desarrollan formas singulares: la zarzuela y la tonadilla, proliferan las formas religiosas y, en consecuencia, se mantiene la producción organística. Los instrumentos reinantes del Barroco español, por tanto, fueron el órgano, debido en gran parte a la mentalidad religiosa del pueblo español y a la de sus regentes, y la guitarra, que sustituirá a la vihuela, convertida la primera en un instrumento muy difundido tanto en el ámbito popular como en el cortesano. A medida que avanza el siglo, la música instrumental se va introduciendo en las composiciones eclesiásticas, y muchos maestros de capilla componen misas, himnos y motetes con secciones instrumentales y vocales. Una de las formas religiosas que adquirió verdadera carta de naturaleza en el Barroco, fueron las Lamentaciones de Semana Santa, composiciones polifónicas que aparecen ya en el Renacimiento, y que ahora se conciben con una nueva carga emocional y dramática. Con la llegada de los Borbones, la influencia de la música italiana se hará patente tanto en la música escénica como en las composiciones camerísticas y se instalan aquí compositores como Doménico Scarlatti o Luigi Boccherini, que asentarán las bases de un nuevo estilo: el preclásico. En la música orquestal de la época resalta el gran músico de nuestro barroco, el padre Antonio Soler (1729 - 1783), que compuso una obra muy extensa y variada, discípulo de Domenico Scarlatti (1685 – 1757), trató de modernizar nuestra gran escuela de tecla mediante la creación de centenares de sonatas para clave que tienen una gran belleza y muestran aspectos rítmicos y típicos de nuestra música mezclados con influencias europeas.
Bueno pues me recuerda las películas de los reyes en Francia !!
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