jueves, 6 de abril de 2023

Buffalo Bill y Barcelona.



Hace unas semanas, en la cartelera teatral de Barcelona, se anunciaba un espectáculo, cuando menos, curioso, una obra, a modo de entrevista, con el personaje de Buffalo Bill, que en la vida real no sólo fue un mítico explorador durante las guerras indias (la colonización de EE.UU.) o un reconocidísimo cazador de bisontes (buffalo en inglés), sino también el primer famoso de la historia, con la "brillante" idea de montar un circo con los supervivientes de la conquista del oeste, con cowboys e indios. El éxito fue tan alucinante que Buffalo Bill se convirtió en un icono y al mismo tiempo un mito de la masculinidad hegemónica que ha perdurado hasta nuestros días a través de los Westerns, género que él inventó. La entrevistadora en la obra es una auténtica periodista, no una actriz, que necesita entender a Buffalo Bill, entender cómo un pastor de vacas (que eso y no otra cosa es el significado del mítico “cowboy”) arrastró a masas, cómo triunfó en todo el mundo, cómo la alta sociedad le adoraba y por qué en Barcelona la reacción no fue la esperada. En una surrealista entrevista, se desgranan los motivos por los que el ideal de hombre rudo y viril que encarnaba a Buffalo Bill parece que no entusiasmó a la Barcelona de la época. Más allá de la obra de teatro, resulta llamativo que el más de un mes de la troupe actuando en Barcelona no haya dejado el más mínimo recuerdo en la memoria colectiva.


William Frederick Cody, que ese era su nombre completo (1846--1917) fue en diferentes momentos de su vida trampero, minero, jinete del correo Pony Express, explorador para el ejército, maestro de carretas, conductor de diligencias, legislador y soldado de la Union en la Guerra Civil, una de las figuras más coloridas de lo que se conoce como el Viejo Oeste estadounidense. Buffalo Bill tuvo mil vidas y no sólo cruzó las grandes llanuras de Estados Unidos cuando aún eran territorios prácticamente inexplorados (inexplorados por el hombre blanco, sí, pero el hogar de otros seres humanos desde hacía milenios:los nativos americanos). Se ganó su apodo, debido a su habilidad en el suministro de carne de bisonte para los trabajadores del ferrocarril Kansas Pacific Railroad; en 12 meses mató a más de 4.000 animales. En 1883, comenzó Buffalo Bill's Wild West Show en Omaha, Nebraska, utilizando vaqueros y nativos americanos (más tarde, Cody renunciaría públicamente a algunas de las perjudiciales representaciones del programa sobre los nativos americanos) para recrear y retratar escenas de un ficticio Oeste. El espectáculo, así, recreó rescates audaces, batallas heroicas y danzas de los nativos americanos, fascinando a las audiencias de todo el mundo; fue a Europa cuatro años después, siendo la principal contribución estadounidense a la celebración del Jubileo de Oro de la Reina Victoria en 1887, y la propia reina asistió a una actuación privada. Cody, representado en unas 1.700 novelas “baratas” como un tosco amante de la naturaleza, fue, curiosamente, uno de los primeros defensores de los derechos de las mujeres (de hecho, una mujer, Phoebe Anne Oakley Moses, conocida por su trabajo voluntario y filantrópico, que había donado tiempo y dinero a los enfermos de tuberculosis, a los huérfanos y a las jóvenes que buscaban una educación superior, participó como tiradora en el espectáculo, cosa insólita entonces) y de los nativos americanos. También apoyó la conservación, hablando en contra de la caza de escondites y presionando para establecer caza por temporadas. Por otra parte, participó activamente en los cuerpos concordantes de la masonería, se convirtió en Caballero Templario1, probablemente con el rito más enigmático de toda la francmasonería, en 1889 y recibió su grado 32 (máximo posible) en 1894. Recibió un funeral masónico el 3 de junio de 1917 completo con ocho portadores del féretro vestidos con sus uniformes de Caballeros Templarios. Hoy día existe en el estado de Wyoming la ciudad de Cody, llamada así en su honor. Atrayente y contradictorio el personaje.


Barcelona fue una de las capitales europeas que visitó William F. Cody. La portada del diario La Vanguardia del domingo 15 de diciembre de 1889 anunciaba la inminente inauguración del “hipódromo” para el espectáculo en el solar de la esquina entre las calles Aribau y Rosselló, hoy una de las zonas más densamente edificadas del barrio del Eixample de Barcelona. Los curiosos que se acercaron a presenciar el desembarco de la troupe del vapor Palma en el muelle de San Beltrán se mantuvieron a considerable distancia pues se había propalado el rumor de que se soltarían uno o dos bisontes “para una cacería a lazo por la ciudad”. Desde el primer día el circo se encontró “con cierta frialdad por parte del público catalán, a diferencia de lo que le pasó antes en Reino Unido y Francia, o del apoteósico recibimiento que tuvo después en Italia”. Lo primero que hicieron los barceloneses fue rebautizar a Buffalo Bill como Bufa-li l’ull (sóplale en el ojo, en catalán). El espectáculo constaba de tres partes: presentación de las costumbres de los habitantes del Oeste, agitación y ejercicios de tiro; básicamente era una demostración de montura sobre caballo y representaciones de escenas como el ataque de los indios a un tren de emigrantes, a una diligencia y la reproducción de la famosa batalla de Little Big Horn, en la que el teniente coronel Custer se enfrentó a los indios. Buffalo Bill, claro, adoptaba el rol del militar estadounidense. Las entradas con asiento valían entre dos y cinco pesetas, una cantidad respetable para la época (como referencia, el diario costaba entonces cinco céntimos). La publicidad anunciaba la presencia de más de 180 “cowboys, fieros indios y forajidos mexicanos”, además de “200 caballos salvajes y una manada de peligrosos bisontes” aunque en la realidad el circo trajo un pequeño rebaño de 20 estos bovinos, prácticamente domesticados; el único animal que al parecer causó problemas fue un perro que mordió a un niño en el descampado del “hipódromo”. Los tópicos y la iconografía de sus números fueron copiados hasta la saciedad por Hollywood, por lo que Buffalo Bill es el responsable indirecto de muchos clichés asentados en nuestro imaginario colectivo ya que sus aventuras, frecuentemente exageradas, ya eran objeto de leyendas y de novelas cuando el personaje descubrió su faceta de showman, lo que ocurrió después de que organizara una cacería de bisontes para un gran príncipe ruso y realizara para él una "demostración" de la vida en el salvaje Oeste. La revista española Blanco y Negro lo describió en 1917 de la siguiente manera: "Conocedor del prestigio que tienen sobre las muchedumbres los ejercicios físicos, el aparato bélico, los tiros de fusil y los caballos al galope, decidió un día presentar ante el mundo civilizado su banda de cowboys. Eran hombres de todas las razas y de todos los colores: blancos, negros, pieles rojas, chinos, árabes; pero todos ágiles, fuertes, jinetes incomparables, tiradores estupendos, que arrebataban a los públicos enlazando potros, galopando a cargas fantásticas y haciendo con el rifle blancos maravillosos. Y destacándose entre los más hábiles y dominando a todos aquellos aventureros, el coronel Buffalo Bill, con su rostro simpático, su figura gallarda y su aire resuelto de hombre valiente y aguerrido". La leyenda urbana dice que dos de los indios del espectáculo murieron durante su estancia en la capital catalana; la creencia popular sostiene incluso que uno de ellos está enterrado en el cementerio del Poblano. No es cierto. Quien sí murió fue el presentador del espectáculo, Frank Richmond, pero su cuerpo fue embalsamado y repatriado. Dos indios sioux, Charching Crow y Black Hawk, de 19 y 25 años, enfermaron de viruela y fueron atendidos en la sala de infecciosos del hospital de la Santa Creu, como quedó registrado en el archivo y aún hoy se puede consultar. Una historia apócrifa y que ha gozado de un gran predicamento señalaba que Buffalo Bill acudió a que le sacaran una muela al hospital de la Santa Creu y que la pieza dental estuvo muchos años expuesta en una vitrina hasta que un coleccionista la robó. El circo sí lamentó fallecimientos de indios en otras ciudades europeas, donde los casos están documentados.


En Barcelona llovió la mayor parte de las cinco semanas que el salvaje Oeste estuvo de visita. El hipódromo, una construcción temporal levantada ex profeso para el espectáculo, no tenía techo y el mal tiempo contribuyó a que se vendieran menos entradas de las previstas. Hubo indios que consiguieron unas monedas extra dejándose fotografiar. Por si la lluvia no fuera suficiente, Barcelona sufrió esa época una triple epidemia de gripe, cólera y viruela; los más hipocondríacos dijeron que no había que acercarse mucho al solar de Aribau con Roselló porque los virus habían venido con los indios. El mundo al revés: los nativos americanos, que en América sufrieron más muertes por la viruela y el alcohol que por las armas, se veían ahora acusados falsamente de propagar enfermedades en Europa. En definitiva, las explicaciones al relativo fracaso del espectáculo son,.además de a la crisis sanitaria de aquellos días y el mal tiempo, a la peculiar idiosincrasia catalana: “No se aclama aquí, así como así, a cualquier héroe por mucha propaganda de que venga precedido”.(y si no que se lo digan, por ejemplo, a Enrico Caruso que, precedido de una se una gran fama en otros teatros, se presentó a cantar en el Liceu unos años después del caso que recordamos, con una respuesta tan fría del público que no volvió nunca más a Barcelona). Pero, para Helen Cody, la hermana de nuestro personaje, los motivos fueron muy distintos: “El circo de mi hermano no se parecía en nada a las corridas de toros y este es el único espectáculo que tiene éxito en España”.

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1Nada que ver, realmente, pese al nombre, con la Orden del Temple. Los diferentes capítulos de la historia de la humanidad se han transmitido durante generaciones, ya sea de forma escrita o hablada, por lo que no es extraño aquel que ha despertado disconformidad o discusión entre historiadores y estudiosos, así como también el que, sea por su misterio o por el interés que despierta, ha perdurado sin apenas alteración. Ejemplo de esto, y como algo que caracteriza el discurso de la Historia, es la influencia de las leyendas., una serie de relatos que cabalgan entre la fantasía y la verdad, condición peculiar que ha provocado durante siglos incluso movimientos sociales así como su permanencia inalterable con el paso del tiempo. como las grandes leyendas y mitos creados en torno a los templarios Sin embargo, se debe empezar por el principio: los templarios y los masones (este caso) ¿son lo mismo? «Los templarios fueron una orden religioso-militar creada en el siglo XII que dependía directamente del Papa y que fue suprimida a comienzos del siglo XIV, consecuencia de una conspiración en toda regla urdida en última instancia por el rey Felipe IV de Francia y a la que el temeroso Papa Clemente V no supo resistirse», Por su parte, «la masonería es una organización que surgió en Inglaterra a comienzos del siglo XVIII y, aunque históricamente no tuvieron nada que ver con los templarios, lo cierto es que más de 4 millones de masones están convencidos de que son sus herederos». Y es que la masonería no es un concepto que se deba utilizar en singular ni de forma genérica, sino en plural y atendiendo a sus particularidades. Por un lado, está la masonería regular, filantrópica y que exige la creencia en Dios y prohíbe hablar de política y religión, la cual se diferencia de la adogmática o irregular en que ésta no exige la creencia en Dios y permite los debates sociales. Por último, están las sociedades secretas o grupos políticos que adoptan ropaje masónico, como fue la masonería española del Trienio Liberal en la que militaron Rafael de Riego, el conde de Toreno, Dionisio Alcalá Galiano o Juan Álvarez de Mendizábal. Estas tres clases, aunque se encuentran radicalmente enfrentadas, coinciden entre sí en una idea: considerarse herederas de la Orden del Temple. Algunos masones inventaron en aquella época la leyenda de que algunos templarios se refugiaron en Escocia y encontraron abrigo en las logias, donde refundaron su organización y sobrevivieron hasta reaparecer siglos después y, a partir de esta fabulación, no solo no ha dejado de crecer el neotemplarismo, sino que casi todos los rituales masónicos contienen algo relativo a la injusta persecución de los templarios y la necesidad de vengarlos. Dicha búsqueda de justicia se personificó, a través de los masones, en la monarquía absolutista, el papado intransigente y la Orden de Malta. Fue así como los masones se hicieron herederos de la Orden, a pesar de su disolución a mitad del siglo XIV. Actualmente existen más de 400 órdenes que se declaran inspiradas en el Temple, pero por mucho que se empeñen, hoy no existen templarios sino neotemplarios que se han nutrido del anticlericalismo originado por las injusticias cometidas por la Iglesia. Además, también se han alimentado de románticos aficionados a la historia o de personas que se han entretenido con la lectura de una novela de evasión. Sin embargo, conviene recordar que la Iglesia no ha reconocida ninguna Orden como heredera del Temple. Por ello, todas aquellas agrupaciones que se reivindican se convierten en ilegítimas o de fantasía. Las leyendas continúan convirtiéndose en iconos del imaginario y, por tanto, este tipo de historias, sean veraces o ficticias y aunque parezcan anticuadas, continúan demostrando su papel influyente en la historia actual.

 

1 comentario:

  1. Ni idea de la historia de Búfalo Bill pero la verdad no me entusiasmaba ver películas en las cuales saliera este personaje!! No se porque pero no conecte con esa historia !!

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