lunes, 17 de abril de 2023

De asombros y paradojas.



Born to Be Wild
(Nacido para ser salvaje) es una de las canciones más emblemáticas del rock de todos los tiempos. Editada el verano de 1968 en el álbum homónimo de la banda Steppenwolf, la pieza tuvo una buena acogida en el momento de su lanzamiento, pero no fue hasta un año después, cuando fue elegida como tema principal de la banda sonora de la película Easy Rider, que se convirtió en una pieza icónica de toda una generación. La letra está repleta de referencias al mundo del motor, por lo que no es de extrañar que Dennis Hopper la escogiera para esta road movie protagonizada por él mismo y por Peter Fonda en el papel de dos motoristas que van de Los Ángeles a Nueva Orleans, prácticamente atravesando los Estados Unidos, y que se financian el viaje traficando con pequeñas dosis de cocaína (y por Jack Nicholson, en el papel de un abogado alcohólico que se une a ellos). La canción se convirtió también en el primer tema musical que utilizaba la expresión heavy metal, concepto que más adelante se usaría para denominar el hard rock que entonces empezaba gestarse; el término aparece en la segunda estrofa de la canción en un verso que recoge la frase «heavy metal thunder» (trueno de metal pesado) para referirse al ruido del motor de una moto. Por otro lado, la tuna es una de las instituciones universitarias más antiguas de la historia, con unos inicios que se vinculan al de las Universidades de Palencia (1208) y Salamanca (1220); los originarios tunos eran estudiantes universitarios que provenían de las clases más humildes y hacían rondallas y serenatas para amenizar a los presentes a cambio de un plato de sopa. El término tuna viene de la palabra tunante, que era la forma de llamar a aquellos que llevaban una vida trasnochadora y alegre. De hecho, en el Diccionario de la RAE nos referencia a la palabra tunar, que la describe como «andar vagando en vida libre». Todas las universidades tienen su tuna y en ellas se puede encontrar una serie de personajes de lo más pintorescos, repetidores de cursos y otros muchos personajes que ya hace muchos años dejaron de acudir a la facultad pero que han convertido su pertenencia a la tuna como un modo de vida y sustento, y podemos encontrarlos en cualquier tipo de celebración, cantando por las calles y terrazas de lugares turísticos, en bodas, despedidas de solteras y en mil y un saraos. Y ¿qué tiene que ver la canción Born to be wild con la tuna? Pues permitidme que comparta con vosotros una antigua vivencia, con valor de anécdota, entendiendo ésta tal y como la define la RAE, es decir, un acontecimiento extraño, curioso o divertido: resulta que en mi Universidad se hizo un concurso nacional de Tunas Universitarias y, en la final nos deleitaron con sus interpretaciones de temas, en su gran mayoría, conocidos, en un repertorio enriquecido con temas populares españoles, así como pasodobles, valses, y folclore regional, todo ello acompañados por la guitarra, la bandurria, el laúd, la pandereta, el pandero y las castañuelas. La gran sorpresa vino cuando la agrupación ganadora (creo recordar que fue la Universidad de Alcalá de Henares), como fin de fiesta, se quitaron las capas (con sus cintas), pero vestidos de tunos de color negro, con su jubón, calzas y bombachos tradicionales, sacaron de no sé dónde unas guitarras eléctricas y una batería y tocaron y cantaron aceptablemente, entre otras, Born to be wild, entre el súbito jolgorio y desenfreno de los asistentes.

 

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