Aunque hoy postergado, el compositor francés Jules Massenet (1842-1912) fue un autor altamente prolífico, y hasta principios del siglo XX sus cerca de 30 óperas (Le Cid, Esclarmonde, Werther,…) eran ampliamente representadas en los escenarios más importantes del mundo. Desde mediados de los años ochenta del siglo pasado, algunas de ellas han gozado de cierto renovado esplendor; una es Thais, compuesta en 1894 y que no conocería el éxito hasta pasados diez años de su estreno, basada en la novela del mismo nombre de Anatole France. La heroína de la ópera es, no faltaba más, Thais, una cortesana de Alejandría, devota de la diosa Venus, que corre el peligro de ser convertida al cristianismo por un monje inescrupuloso. Si la obra goza hoy del reconocimiento público se debe en gran parte al intermezzo para violín y orquesta del segundo acto conocido como "Meditación de Thais" o “Meditación religiosa”, que acostumbra interpretarse separadamente como pieza de concierto. El plenilunio alumbra en Alejandría las ruinas de la antigua Biblioteca, vestigios de un tiempo pasado que la implacable historia fue borrando de la memoria. Thais, sacerdotisa de Venus, enfrenta en sí misma una vida dedicada a los cultos divinos en un tiempo que ya no acepta el goce epicúreo del placer de vivir. Sentada entre ajados rollos de papiro, archivos de memoria humana, se aferra a un tiempo disfrutado entre dioses y hombres. Siente su alma desgarrada entre un pasado que anhela y un presente que la empuja hacia un futuro que presume sombrío. Thais medita cómo vivir en un mundo que ya no entiende, manteniendo intacto en su interior la llama viva de su amor por la existencia…….Si hay un compositor que ha demostrado conocer los sentimientos que se asocian a la feminidad, éste es, sin duda, Massenet. Es el rey de la melodía romántica, intimista, melancólica; quizá fácil, pero complaciente con lo que el público esperaba entonces -finales del siglo XIX y principios del XX, cuando tocaba a su fin el romanticismo-, pero sin menoscabo de un trabajo dramático robusto que necesita de una experimentada batuta. Y es que Massenet entendía la ópera como un proceso de maduración en el que reflexionaba sobre cada personaje y se cuestionaba la ambientación del libreto que tenía entonces entre manos, como si él mismo viviera en sus carnes la historia, hasta que le venía la inspiración para retratar el estado anímico del personaje o la escena en cuestión. Y su relación con Barcelona… Fue precisamente en el Liceu donde se recuerda una de las interpretaciones más bellas de una ópera de Massenet; el nombre de Alfredo Kraus permanecerá ligado para siempre a Werther, ya que fue el inolvidable tenor canario, voz de referencia en este repertorio, el que dio vida en el coliseo barcelonés en los años 1978, 1987 y 1992 al romántico personaje creado por Goethe: Kraus encarnando dicho papel, pero también Victoria de los Ángeles es la más maravillosa Manon (no confundir con la de Puccini) que ha existido nunca, quizá en la ópera más destacada de las que compuso Massenet, que está marcada por una melodía sensual y una hábil personificación y utiliza el leitmotiv -tema musical dominante y recurrente en una composición- para identificar y caracterizar a los protagonistas y sus emociones. Cuando Massenet murió, el New York Times tituló al día siguiente que se había ido "el último de los grandes creadores de melodías". Es cierto.
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