viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Deslocalizaciones políticas?

Aún es pronto para evaluar el impacto real que puedan tener las declaraciones de Víctor Grífols, presidente del grupo Grífols, una de las tres mayores empresas mundiales de hemoderivados, con historia y sede central en Catalunya, en el discurso de aceptación de la Insignia de Oro del Instituto Español de Analistas Financieros (IEAF) en reconocimiento a su trayectoria profesional.
El mensaje principal es la advertencia de que dejará de invertir en el país "si las cosas no cambian, en cuyo caso, nos iremos desviando hacia Estados Unidos"  y eso no porque allí sean o no más favorables las condiciones laborales o salariales, sino porque aquí, ejemplificó, no se garantiza una mínima atención a los servicios que necesita un empresario y citó "una cosa tan trivial como el agua", detallando que la planta de su empresa en Parets del Vallès (Barcelona) necesita millones de litros de agua diarios para funcionar, pero que ni eso tiene asegurado. Como argumento adicional contundente para las empresas de su sector, añadió que Grifols "no puede depender" de un país en el que es el Gobierno el que fija el precio de los medicamentos "y encima no paga". "Vendemos fuera porque allí se cobra y aquí no (el 92 % de sus ventas son en el exterior)", aseveró, tras recordar que esta situación no es de ahora, sino que se viene produciendo desde los años 80.

Grífols analizó el impacto negativo de la permanente inestabilidad política española para conseguir una cierta confianza en el empresariado en la ansiada recuperación, y no se limitó a citar los problemas económicos y financiero, sino que fue más allá poniendo el dedo en la llaga claramente en los aspectos de convivencia política, enumerando así que "se ha roto la máquina" de la democracia. Tenemos un país, apuntó, en el que "la monarquía empieza a patinar", los sindicatos "no saben qué hacen", las autonomías "son accesorios que encima molestan" y existe un Senado que "no se sabe para qué sirve".

Con este escenario, Grífols expuso que Catalunya, inmersa actualmente en pleno debate soberanista, "está adquiriendo este concepto de necesidad de cambio" y poniendo de manifiesto, con su postura, que "hay que parar máquinas" para solucionar los problemas y volver a empezar. "Han de entender que se han cargado la máquina, que no se ha cambiado en treinta y cinco años y está rota, y que algo tiene que pasar", y que "si esto de aquí no cambia", Grifols se irá, advirtió. Por eso, desde esa premisa conceptual, el empresario fue más allá y recalcó que, en caso de desinvertir en Catalunya, no se iría nunca a Madrid. "Antes me voy a Gibraltar", aseguró.
No olvidó el empresario en su discurso recordar que, por las trabas y otras situaciones endémicas, la empresa española se presenta desde su fundación en una situación de desventaja competitiva frente a las del resto del mundo, y aseguró que en España "hay empresas bonísimas que nacen castradas" por las limitaciones del propio país y que "si hubiésemos nacido en Alemania hoy seríamos más grandes que Pfizer" (su principal competidor)

También hizo mención de pasada de la difícil situación laboral de los trabajadores y sus pocas salidas profesionales y negó taxativamente que España sea actualmente un país de "emigrantes" por el simple hecho de que muchos de sus profesionales hayan tenido que salir del país para desarrollar su trabajo, indicando que, lamentablemente,  "se dice que la gente emigra pero en realidad son expatriados, gente a la que se manda ahora fuera porque aquí no tienen lugar y volverá más rica de lo que era", y añadió: "No mandamos muertos de hambre fuera", sino que "exportamos talento".

En resumen, unas opiniones lúcidas y valientes en los momentos actuales porque ponen sobre la mesa algo más que las soluciones de recortes del gobierno para resaltar aspectos que no se quieren tener en cuenta pero que lastran visiblemente el futuro empresarial y social de nuestro país.



Deberíamos todos estar atentos y ver si alguien es capaz de recoger el guante.

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