viernes, 7 de julio de 2023

La persona y el artista.


Este año 2023 se cumplen 50 años del fallecimiento de Pablo Ruíz Piccaso (prescindiría del “Ruíz” y del nombre de pila en la firma de sus obras), un artista que sigue muy presente en la actualidad; más de 40 muestras se expondrán en España y Francia (sus dos “patrias”) conmemorando al pintor malagueño: el Museo Picasso de Málaga o de Barcelona, la Fundación Pompidou y la Miró, Beyeler, el Met, Antibes, el Guggenheim y el Reina Sofía son algunos de los espacios que ahondarán en la vida y obra del artista, el pintor que mejor retrató el dolor del siglo XX; si hay un artista que define ese siglo, que lo representa con toda su crueldad, su violencia, su pasión, sus excesos, y sus contradicciones, este artista es, sin duda, Pablo Picasso, y su obra sigue ejerciendo una verdadera fascinación en todo el mundo, abundante, inventiva y a menudo radical. Por su fuerza artística, por supuesto. Pero también por su fuerza política, nunca deja de ser releído, revisitado y reinterpretado. Esta formidable posteridad, esta doble cultura y esta obra, que sigue siendo tan relevante hoy en día, es lo que la Celebración del año Picasso pretende explorar, cuestionar y compartir con una nueva generación nacida en el siglo XXI, y permitirles descubrirla y comprenderla a la luz de nuestro tiempo. Se quiere reivindicar así, el legado de Picasso, explorando su obra y exponiendo su importancia en la actualidad partiendo de la base de que el trabajo de Picasso es atemporal, mil veces reinterpretado y nunca dejará de asombrar a las generaciones venideras porque sus pinturas cuentan con mil aristas por las que se puede observar su obra, pero, ¿es posible obviar los pasajes turbios en su aniversario? Y es que la genialidad artística de Pablo Picasso se ha visto en numerosas ocasiones enturbiada por los escabrosos y polémicos rasgos de su personalidad, especialmente en lo que concierne a su trato con las mujeres.


Aunque está considerado el artista más importante del siglo XX, su misoginia, sus infidelidades e incluso las acusaciones de maltrato han perseguido al genio desde siempre. Picasso ha sido caracterizado por muchos como un misógino, un abusador que ponía a 'sus' mujeres en un pedestal para luego derribarlas; un hombre que temía, además de desear, el cuerpo femenino y que era un marido, amante e incluso abuelo egoísta, exigente y narcisista. A riesgo de que estas líneas parezcan un folletín por decimonónico morboso, hay que decir que él mismo definió los aspectos eróticos de sus obras en relación a las siete mujeres de su vida: Fernande Olivier, Eva Gouel, Olga Khokhlova, Marie-Thérèse Walter, Dora Maar, Françoise Gilot1 y Jacqueline Roque. Sin embargo, a todas ellas les fue infiel en repetidas ocasiones. Con Olga Khokhlova Picasso tuvo un hijo, Paulo, pero el maltrato físico y las numerosas infidelidades la alejaron de él, por lo que comenzó un idilio con Marie-Thérèse Walter, de tan sólo 17 años cuando él tenía ya 45. Con ella tuvo una hija, Maya, mientras continuaba casado legalmente con Khokhlova. A la vez, comenzó otra relación con Dora Maar, mujer que admiraba enormemente la obra de Picasso, pero que acabó destrozada por esa relación, sumida en una profunda depresión mientras Picasso incorporaba una tercera mujer de manera 'estable' a su vida: Françoise Gilot fue la única mujer que disintió de la mentalidad controladora de Picasso. Tras tener dos hijos con él, decidió abandonarlo y huir de su presencia abusiva. Sin embargo, tanto Marie-Thérèse como Jacqueline Roque, su última musa y segunda esposa, a la que conoció cuando ella tenía 26 años y él 72, se suicidaron. Y cuando el nieto del artista, Pablito, fue rechazado en el funeral de su abuelo por Jacqueline, también acabó con su propia vida. El revisionismo – no sólo de carácter feminista - ha decidido dejar de esconder este lado inhumano del pintor, narrado también por su propia nieta, Marina Picasso, en sus memorias.


.Por ello el programa oficial del Año Picasso no rehuirá este tema. La eterna pregunta sobre si es posible separar la obra del autor vuelve a llenar titulares y copar encendidos debates en redes sociales. En los debates se contemplará la cuestión de género y se mostrará a Picasso tal como es, como artista y como persona. Picasso es hijo de su tiempo, con facetas que hoy pueden ser contestadas y con todas las contradicciones de un carácter apasionado, que amaba la pasión e intentaba controlarla; que se conozca la parte de violencia que hay en él no hay que ocultarlo; forma parte del debate. De las exposiciones programadas hasta hoy, la única que se muestra crítica con el tema es la del museo de Brooklyn, de New York, con el título «It's Pablo-matic» – en inglés, un juego de palabras que suena a «problemático» – (lleva como subtítulo «Picasso según Hannah Gadsby», y en ella se examina el complicado legado del artista desde una perspectiva crítica y contemporánea al tiempo que reconoce el poder transformador de su obra y su influencia duradera), que se atreve a separar al artista de la obra y revisa con perspectiva de género la figura del controvertido artista. Las actitudes misóginas de Picasso son recalcadas a través de frases del autor, que pueden leerse a lo largo de la exposición: «Cuánto la quiero ahora que está durmiendo», «Para mí la mujer es esencialmente una máquina de sufrir» o «Hay solo dos tipos de mujer, diosas y alfombrillas». Sin embargo, las comisarias del museo de Brooklyn no buscan anular a Picasso, sino iniciar, en sus palabras, «conversaciones complicadas y con matices» sobre el legado del genio. Por ello escogieron a la humorista australiana Hannah Gadsby, que en un monólogo de gran éxito arremete contra la misoginia inherente en las instituciones y la historia del arte y denuncia el comportamiento inexcusable de algunas de las figuras más encumbradas del gremio, con Picasso a la cabeza. Hannah Gadsby, “odiadora” confesa de Picasso, añade comentarios incisivos en todas las obras expuestas del maestro modernista, entre las que destacan una serie de grabados de estilo neoclásico y temática sexual, y varios cuadros cubistas de mujeres desnudas durmiendo, incluida su joven amante Marie Thérèse Walter: en uno de esos retratos, Mujer desnuda acostada, en los que señala que «los pechos y las nalgas siempre estaban a la vista para deleite de la mirada masculina», la mujer es descrita por Picasso como un «cefalópodo de ensueño con apéndices como tentáculos», a lo que Gadsby responde que se siente incómoda por tal «cosificación». La muestra busca también examinar el mundo artístico que ha crecido desde la muerte de Picasso, que ya despuntaba de niño y llegó a ser un genio en buena parte porque se le dieron oportunidades que otros, y especialmente otras, con gran talento nunca tuvieron. La artista visual Marilyn Minter, en ese sentido, acompaña en la pieza que también expone en la muestra de un comentario, opinión replicada por otras artistas: «Mis pensamientos sobre Picasso han cambiado a medida que conocía más sobre él como humano. Sigo pensando que, sin duda, era un gran artista, pese a ser un humano horrible. Tengo que separarlo». Estas piezas también expuestas en la muestra, complementarias de la obra de Picasso, se contraponen a las del pintor a lo largo del recorrido y ocupan una galería en la que sobresalen artistas negras que se han hecho hueco tras la «era» de Picasso, donde se lanza alguna crítica también al carácter «colonizador» de Picasso por haberse inspirado en las artes africanas.


A Picasso, como a muchos otros, se les ha terminado la época rosa; los genios ahora también son examinados bajo la luz de su comportamiento y no solo por las capacidades y méritos de su talento. El don de la escritura, la música, el pensamiento o el arte, como resulta este caso, ya no ampara a nadie de las críticas ni justifica comportamientos. El artista, como otros, ha sido sometido a una minuciosa y escrupulosa revisión de su figura que no ha pasado desapercibida en la celebración de su muerte. Lo primero que habría que decir es que las obras siempre escapan al artista. ¿Cuál es el significado de una obra como «El Guernica». Pues que tenía el que le dio Picasso, después el que le concedió la República y más tarde, el que recibió en la llamada Transición. La respuesta es que ese cuadro, en el fondo, pertenece a todos. Ahora lo que sucede es que se están repasando la vida de los grandes genios desde diversas perspectivas. No es por querer defender lo indefendible, pero Picasso ahora está siendo acusado de misógino, de machista y, en general, afrontando un examen sobre el que planea la palabra «cancelación». Pero en realidad no interesa hacer un juicio sobre Picasso sino el hecho de cómo se construyó a partir de esa figura un mito que tiene que ver con lo que hoy se llama “heteropatriarcado”, de gran genio masculino, algo en lo que él pudo, ademas, contribuir alimentando esa imagen. Pero hay que tener en cuenta que eso formaba parte de la época, y lo cuestionable no es Picasso, sino cómo se erigió un discurso de estas premisas alrededor de su figura, y esa construcción es de la sociedad por mucho que Picasso y otros hubieran podido favorecerla de alguna manera. Este es el debate de fondo: cómo se crea esa imagen. Esto es sobre lo que hay que reflexionar, porque de lo contrario, esta revancha contra Picasso y su persona se puede convertir en una cortina de humo para no ver de dónde viene esta construcción. De todas maneras, lo fundamental es otro tema más importante, y es que Picasso, al igual que Velázquez, Maruja Mallo o Louise Bourgeois, lo bueno que tiene es que genera una obra con vida propia, que puede vivir muchas vidas, disponer de muchas lecturas y sobrevivir a su propio tiempo. Hay muchas obras de arte pero, ¿cuáles de estos trabajos y creadores sobreviven? Solo aquellos que han sido capaces de generar un enigma, aquellos que han podido interrumpir el discurso; es el eterno cuestionamiento del arte. El hecho de que sigamos hablando de Picasso, a pesar de lo que se diga sobre él, de que hablemos de lo que significa, de que su obra vaya más allá de su nombre hasta formar parte de nosotros y de la historia, y de lo maravillosas que son sus obras de arte, que, en el fondo, son enigmas, dice suficiente. Y digo “enigmas” porque son obras que nunca se resuelven, que siempre nos están interpelando. Cuando una obra de arte es menor o cuando el artista no logra un trabajo relevante, lo que tenemos es una ocurrencia, no arte, y con el tiempo desaparece. Picasso es un gran creador de enigmas que siguen vivos hoy y que continúan haciéndonos preguntas. La prueba es la que se arma cada vez que hay algo sobre él.

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1La casualidad ha querido que Françoise Gilot, la artista que amó y abandonó a Picasso, y que reveló el lado oscuro del genio, muriera recientemente, el 6 de junio, en un hospital de Nueva York. Tenía 101 años. "Pablo (Picasso) fue el amor más grande de mi vida, pero había que tomar medidas para protegerse", dijo Gilot en el libro Artists in Conversation, de Janet Hawley. "Yo lo hice. Me fui antes de que me destruyera". Gilot y Picasso estuvieron juntos durante 10 años y tuvieron dos hijos, Paloma y Claude, y de esa relación surgió "Mi vida con Picasso", un libro de memorias publicado en 1964 en el que describió generosa y amablemente la faceta artística del artista, pero también abrió la puerta a su vida personal pues aunque tímidamente, sembró la semilla de una mirada crítica sobre el notorio egocentrismo de Picasso y su crueldad con quienes lo rodeaban. El libro molestó tanto a Picasso que no les volvió a hablar nunca ni a ella ni a los hijos de ambos. Durante los 10 años de relación, Picasso siguió casado con Olga Khokhlova, una bailarina rusa. Hoy, 50 años después de la muerte del afamado artista, la historia del arte ha cuestionado la división entre su vida y su obra, y varios críticos han defendido que la proeza artística por la que se le alaba es inseparable de la misoginia que mujeres como Gilot sufrieron."Las mujeres son máquinas de sufrir", dijo Picasso en una ocasión. Picasso era 40 años mayor que Françoise; "Las chicas que se ven como tú nunca podrían ser pintoras", le dijo esa primera tarde en un café de París. En una ocasión terminaron en una pelea física, un momento que Picasso luego describió como uno de sus recuerdos más preciados y, al terminar su relación, Picasso le dijo: "¿Crees que alguien va a interesarse por ti? Jamás lo harán sólo por ti. Incluso las personas que crees que te aprecian, sólo tendrán una especie de curiosidad por una persona cuya vida rozó la mía tan íntimamente". Ella se encargó de probar que se equivocaba a pesar de que Picasso trató de cerrarle las puertas de las galerías, puesto que como pintora desarrolló un estilo propio, más orgánico y menos anguloso que el de Picasso. Cultivó el autorretrato, la naturaleza muerta y los paisajes. Cuatro días antes de la muerte de Gilot, abrió en el Museo de Brooklyn, en Nueva York, la polémica exposición citada en estas líneas al cuidado de la comediante australiana Hannah Gadsby, que recontextualiza, desde una perspectiva feminista, la obra de Picasso.


 

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