Música insigne casi olvidada.

Aunque es, como opinión personal, perfectamente discutible, no creo exagerar cuando afirmo que la Romanza del Concertino para guitarra y orquesta en la menor op. 72 de Salvador Bacarisse (a quien ya se ha recordado en este blog) es una de las piezas musicales más hermosas que se hayan escrito jamás y a la vez es también una de las obras maestras más olvidadas y desconocidas; como suele ocurrir con este inabarcable patrimonio cultural nuestro del bando de los vencidos en la guerra (in)civil que los españolitos tan dados somos a olvidar y enterrar. Por eso mismo, el año que hace 60 de la muerte en el exilio del compositor, hay que ser un poco vehemente a la hora de defenderlo, igual que con indudable acierto hacen otros países. El Concertino y sobre todo su romanza (una romanza es una composición musical de aire tierno y sencillo, un aria que solo quiere transmitir sentimientos), segundo movimiento, es una obra sublime, cargada de emoción y un sentimiento como nostalgia, felicidad, plenitud, añoranza.., tan inclasificable como el Adagio de Albinoni - Giazzoto en este particular. Solo después, cuando se sabe que su autor, el madrileño Salvador Bacarisse, ocupó cargos de índole cultural para el gobierno republicano y que en 1939, al finalizar la guerra, hubo de exiliarse forzosamente a París, como muchos otros españoles "que no usaban sombrero" y marcharon de aquí para no volver más, es cuando se alcanza a comprender un poco el verdadero significado de esta pieza musical compuesta en 1957. (aunque un versión previa se presentó en un concierto memorable en París el día 15-X-1953, en el Théátre des Champs-Élysées, interpretado por Narciso Yepes y L’Orchestre National, en un concierto publico organizado por la Radio Televisión Francesa) Y es que si solo desde el desamor se puede cantar con verdad y sentimiento sobre el amor, del mismo modo, solo desde esa impuesta lejanía de la tierra se podía crear una obra tan rebosante de españolidad en su melodía, tan desgarradoramente bella, tan soberbiamente dolorosa y amorosa a la vez del recuerdo de lo que ya no se puede recuperar, de las raíces, de ese tiempo pasado que ya no volverá. Bacarisse ya no podría visitar su casa, ni las calles por las que andaba de niño, ni se enfrentaría de nuevo a los paisajes que ocuparon su mirada. Era sin duda el mismo sentimiento de muchos perdedores en aquellos dolorosos días. Y el caso es que la melodía de esta romanza perfectamente puede aplicarse también, no importa el momento, al recuerdo que cualquier persona guarda de los días pasados en los que fuimos felices y que ya se nos escaparon de las manos para siempre, de la niñez, tan luminosa, de la juventud en la que derrochábamos fuerza e ilusión, quedándonos solo el recuerdo placentero de aquellos instantes que atesoramos en nuestra alma. Esta maravilla musical es nuestra, la melodía sabe a España, a lo nuestro y sin embargo casi nadie la conoce. El cuerpo de Salvador Bacarisse, fallecido en 1963, sigue en el exilio, enterrado en el cementerio Pére-Lachaise de París, lejos de aquí. ¡Of course, Spain is different....! Por dignidad, nunca podemos olvidarnos ni de los que murieron ni de los que se fueron para no regresar jamás. En estos momentos, con esta música, conmueve enormemente pensar en todas esas personas que tuvieron que huir echando la vista atrás y llevando consigo sólo un triste recuerdo que duraría para siempre; aterra la idea de un exilio, de no volver a sentir lo que con fuerza siempre se anheló, es la muerte en vida. Y aquí, es inevitable no empatizar con el bando perdedor, el que más sufrió la represalia y el exilio. No hay nada más triste que verte despojado de lo que tienes y amas. Y como la pieza fue inspirada por una determinada situación, el vídeo que corresponde necesariamente ha de ser el que se ofrece y no el “académico” de todo el Concertino (con sus cuatro movimientos: Allegro, Romanza, Scherzo y Rondò, en toda una composición impresionante, apasionada, repleta de matices y acordes preciosos) que, no obstante, se puede recuperar en el blog.